noviembre 16, 2015

La Princesa del Norte - En algún lugar del mundo [6]



No sabía cuanto tiempo había pasado desde su salida del Inframundo, lo último que recordaba eran apenas vagas imágenes revueltas que no podía ordenar en su cabeza, al menos en ese momento. El paraje a su alrededor no le era familiar en absoluto solo blancura interminable por donde se mire.

Ya no caminaba más, parecía que venía viajando desde hace un buen tiempo, su sendero se vio interrumpido por el inmenso mar frente a ella. Quieta en el muelle mirando el sol tenue tras unas nubes que se ocultaba ya acabando el día. Hacía frío pero la amazona miraba el horizonte inamovible casi sin pestañear, mientras leves copos de nieve cubrían su cabeza y hombros desnudos ante el hostil clima.

De pronto sus ojos comenzaron a parpadear más normalmente y casi como si despertara de un largo sueño se percató del lugar donde estaba. Sorprendida observó a un lado y otro preguntándose cómo había llegado ahí, recordar lo último sucedido le resultaba muy difícil y no podía comprender qué le había pasado. Como fuese tenía que salir de allí, hacía frío pero lo más extraño era esa sensación rara dentro de si, un frío que venía aparentemente desde su interior. No muy lejos de ella unos hombres subían a un barco solitario en el puerto.

Solo vestida con su ropa de entrenamiento, un top sin tiras ajustado y pantalones de una tela delgada, se acercó al barco impulsivamente para tomar su oportunidad, tan veloz como un rayo golpeó a uno de los hombres. El otro impávido ante la situación no alcanzó a respirar cuando una patada lo lanzó al mar frío. El hombre golpeado primero ha muerto instantáneamente tras el brutal impacto que lo dejó con la cabeza totalmente fuera de su sitio. La amazona fríamente le arrebató a este su abrigo mullido de piel y se lo puso, para luego empujar el cuerpo con su pie dejándolo cae al mar.

Con total tranquilidad ella subió al barco, un tembloroso joven, de no más de 13 años, no podía moverse de su sitio tras ver la escena y la amazona pasó junto a él deteniéndose a su lado.

— Nadie más abordará, que parta de inmediato este barco...

Al ver que el joven era incapaz de moverse, ella le tomó de sus ropas abrigadas y lo lanzó cerca de la cabina del capitán, pero tuvo la delicadeza de no herirlo, este de inmediato se levantó y abrió la puerta para avisarle al capitán.

—¿Una mujer extraña dices?

El capitán la observó de reojo por un espejo. La amazona permanecía con sus ojos fijos hacia la cabina de mando lo cual asustó al hombre, ella tenía una mirada decidida y peligrosa que nadie podría siquiera discutirle en absoluto .

— ¿Y no te ha dicho a donde va?

Negando con su cabeza el joven le dio a entender que no tenía idea, entonces para evitar problemas el capitán decidió partir de inmediato y ordenó al joven soltar las amarras, este obedeció rápidamente y zarpó el barco con rumbo desconocido.

Ella había sido una guerrera del Inframundo eso lo tenía claro, pero ahora su destino la llevaba muy lejos. Su armadura de Scorpio sapuri había quedado atrás con paradero desconocido, sentada en una caja al borde del barco que se mecía constantemente logró recordar sin mucho detalle un enfrentamiento en un paraje muy similar al que se encontraba antes de abordar, sin dudas estaba muy lejos del Inframundo, pero por alguna razón no tenía prisa en volver, algo le apretaba el pecho y la perturbaba sin explicación.

Se cruzó por su mente llamar a su preciada sapuri, aquella que obtuvo con tantísimo esfuerzo, por la cual había arriesgado la vida, mas ni siquiera lo intentó, había perdido conexión con ella como si se encontrara en un lugar inaccesible. Quizá solo necesitaba tomarse un tiempo para reflexionar lo ocurrido y entender qué estaba pasando. Entonces sus pensamientos se vieron interrupidos por las susurrantes palabras del joven que sostenía temblando una pequeña bandeja con un trozo de pan y un vaso de agua.

La noche ya había llegado, ella lo miró con sus ojos azules clarísimos  y él no pudo evitar dar un salto casi dejando caer la bandeja, pero se mantuvo firme. Momentos antes había comido el capitán y él, entonces pensaron que quizá ella tendría hambre también y el hombre lo envió con la bandeja aunque en primera instancia se había negado a hacerlo.

— Tienes agallas, chico... —tomó ella el vaso y le dio un sorbo, aquel líquido le recorrió la garganta seca, dio un leve mordisco al pan y volvió a darle la espalda al chico observando el oscuro horizonte.

— Señorita... ¿nos podría decir a donde va? digo, se nos acabará el combustible en algún momento... es decir, hace horas navegamos sin rumbo y...

— El lugar más frío que conozcan...—dijo casi como un susurro sin salir de su contemplación.

El chico se quedó petrificado sosteniendo la bandeja ahora vacía. Cualquier navegante de aquel puerto conocía la ubicación aproximada del lejano territorio asgariano, pero era una travesía peligrosa y pocos lograban llegar allí, ¿acaso a este lugar se refería la mujer? ¿al mítico Asgard?

Lo cierto era que Sekiam no sabía donde ir, inexplicablemente había llegado a ese puerto y el frío en su corazón le impulsó a decir esas palabras casi inconscientemente. así que en ese instante el joven solo atinó a asentir con su cabeza y se retiró para decirle al capitán lo que a él le parecía que deseaba la joven extraña.

Solo unos días bastaban para llegar al punto más cercano de las tierras asgarianas y estando casi en el lugar el clima comenzó a arreciar, una fuerte tormenta los había alcanzado impidiéndoles avanzar, aquello era el gran peligro de adentrarse en esas aguas, a veces podía ser tranquilo y otras la furia de los mares se desataba. Resguardados en la cabina el joven y el capitán luchaban por mantener el barco navegando contra el fuerte oleaje que bañaba la cubierta donde permanecía Sekiam solo sosteniéndose de una amarra.

— Es imposible, no podremos cruzarla, zozobrará el barco, ¡nos hundiremos! —dijo el joven atemorizado al capitán.
— Prefiero morir en el mar que en manos de esa chica loca que está afuera... —le respondió este sosteniendo el timón con fuerza.
— ¿Falta mucho? —interrumpió la amazona abriendo la puerta de la cabina.

Estaba totalmente mojada y su trenza azabache desgreñada por el clima.

— La tierra firme esta justo al frente —le dijo el capitán—.Pero con esta tormenta no avanzamos ni un nudo...
— Abriré paso entonces...—declaró ella con seriedad.

Cerró la puerta y se posó sobre la cabina en dirección al frente. el barco menor se movía mucho por el oleaje, pero logró afirmarse dejando una mano libre. Concentró todo su cosmos, aun sin portar armadura ella era una amazona entrenada y su poder no le había abandonado. Una esfera púrpura enorme se concentró en su mano y la lanzó contra el mar agitado abriendo un camino para el barco, pero no tardó en desvanecerse y ella siguió gastando su energía contra la feroz tormenta abriéndose camino.

Finalmente estaba a la vista el territorio asgariano cubierto de niebla se podía observar no muy lejos tierra firme, sin embargo la tormenta seguía y no podían acercarse más por las grandes olas, ante esto ella sin mediar duda alguna se lanzó al mar bravío abandonando el barco, con su fuerza llegaría a la orilla y estaría a salvo pero los tripulantes del barco no tuvieron la misma suerte. Era imposible para la embarcación pequeña soportar la tormenta, sin previo aviso ella alcanzó a ver como el barco zozobraba en el mar.

Dando la espalda a lo ocurrido y con una tormenta de nieve en el sitio, algo le hizo voltear, quizá un leve sentimiento. Dejando su abrigo entre las rocas de la orilla que había alcanzado ella se lanzó al mar enfurecido y con la ayuda de su cosmos nadó por las temibles aguas hasta llegar al barco que se hundía. Se sumergió para revisar la cabina, esta aun no se llenaba de agua, allí estaba el capitán en su silla con el mar hasta la cintura mientras el agua entraba por todas partes pero lentamente.

— Lo sacaré de aquí... —le dijo ella con obvia tensión en su rostro, pero el capitán meneo su cabeza— ¡No me venga con tonterias que el capitán se hunde con su barco! ¡salve su vida!—pero el hombre estaba totalmente resignado, ella observó su rostro mirando hacia el frente y su serenidad era impresionante, nunca había visto tanto valor en alguien que no fuese un caballero. Entonces la amazona comprendió que no podía hacer nada para ayudar al marinero.

— Olvídate de mi, estaré bien, ve por Phil si quieres salvar una vida... eso será el pago por el viaje...

Sekiam obedeció al capitán como si fuese la orden de su maestro, un hombre así merecía el máximo respeto y salió de allí, el joven debía estar cerca. Sumegiéndose una vez más entre las olas inquietas pudo ver el cuerpo inerte de Phil hundiéndose. El lugar de donde ella venía era donde la esperanza debía ser olvidada y así ella creía que estaba su esperanza, pero sin importar el estado del muchacho ella lo sacaría de allí.

Extendió su mano lo más que pudo aguantando la respiración bajo el agua, hasta que sus dedos rozaron la mano de Phil y con un impulso cósmico le alcanzó para llevarlo a la superficie.

El barco se hundió por completo entre el oleaje incesante mientras Sekiam nadó con el joven hasta la orilla. Lo vio tan pálido y sin vida tendido en el suelo nevado, ni siquiera atinó a hacerle resucitación, había sacado un cadáver, nada se podía hacer y solo lo vio mientras intentaba recuperarse de tan tremendo esfuerzo.

— Ha sido inútil, ¡no se por qué lo he hecho! —se molestó consigo misma— ¡Nunca he salvado a alguien, por que habría de hacerlo ahora!...

Y tras decir esto le golpeó el pecho al muchacho y este escupió el agua que había tragado justo en la cara de la amazona. Así reaccionó con un gran respiro Phil y empezó a temblar profusamente por el frío sin poder pronunciar palabra, mirando temeroso a Sekiam que estaba impávida viéndole con grandes ojos sin dar crédito a lo que sucedía.

Ella también tenía frío, pero se levantó con la misma cara de asombro y recogió no muy lejos de allí el abrigo que había dejado para dárselo a Phil y abrigarle. Luego más serena lo cargó en su espalda y emprendió el rumbo sin saber su destino, solo que debía continuar y proteger al muchacho hasta encontrarle refugio. Entonces una leve sonrisa se dibujó en su rostro con una sensación de dicha que hace tiempo no sentía.

Tras un largo andar que llevó a la amazona a dar su mayor esfuerzo, a lo lejos se divisaba una enorme estructura, un palacio, en medio de la nevada la joven de ojos azules decidió continuar con el muchacho acuestas en esa dirección. Este se encontraba dormido sin fuerzas, pero una suave brisa lo despertó, se vio a si mismo avanzando por entre la gruesa capa de nieve y cubierto completamente con un cálido abrigo. Reconoció el cabello negro de la amazona y su trenza descuidada sobre el hombro.

— ¿Acaso no tiene frío?... —dijo el chico, pero no se dio cuenta que lo había dicho en voz alta.
— Claro que no, al menos no como lo sentirías tu...—dijo en tono agradable, ya empezaba a retomar su normal personalidad más relajada.
— Cómo... cómo es posible eso...

Agotada con el sudor congelado en su rostro la amazona se detuvo junto a un pino nevado a descansar bajando con cuidado al muchacho. La nieve azotaba con fuerza y un leve temblor era observable en la boca de Sekiam.

— Una guerrera como yo puede soportar climas tan extremos como este, más aun ahora que...
— ¿Que clase de guerrero puede hacer eso? —le dijo Phil con sus ojos bien abiertos totalmente impresionado por la fortaleza de la joven.
— Un caballero...

No dijo más la amazona perdida en sus propios pensamientos y el chico prefirió no insistir, pero aquello lo inundó de admiración hacia esa mujer. No lejos de allí se divisaba ahora más claramente una gran construcción. Sekiam pensaba que podría haber alguna aldea cerca donde pudiesen refugiarse. Entonces al volver su mirada hacia Phil, este se le había quedado mirando mientras los labios de la amazona temblaban más notoriamente.

— Señorita usted es muy fuerte, pero vestida así no llegaremos lejos...—e hizo ademán de quitarse el abrigo, pero Sekiam se lo impidió con solo mirarlo muy seriamente.
— Yo puedo resistir, pero tu morirás en este frío... ¿a donde me han traído?
— ¿Acaso no lo sabe? Pensé que era aquí donde deseaba ir...
— No, yo no sabía... en realidad... Bueno ¿y que lugar es este?
— La tierra de Asgard por supuesto.

Sekiam lo miró un momento con asombro y después su cuerpo empezó a templar también, a lo cual reaccionó cruzando sus brazos involuntariamente en un acto inútil de abrigarse, así que se levantó de súbito y cargó a su compañero de viaje en su espalda.

— Debemos encontrar refugio... pronto... Asgard, ¿qué podría hacer yo en este lugar? moriremos congelados...

Siguió caminando en contra del viento, ya su cuerpo no resistiría mucho más, su cosmos le rodeo, pero era muy débil. Por suerte no tardaron en llegar a algo parecido a una aldea pues empezaban a verse senderos y edificaciones cubiertas de nieve otras en ruinas muy cerca de donde estaban los viajeros, ahora estarían a salvo.

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