noviembre 21, 2015

Elías Punto final

Siempre estoy rogando, rogando a Dios, rogando por un poco de amor, rogando por encontrar el camino. Siempre el dolor es tan intenso, como herida abierta, como puñalada en el corazón.

Pero aquí, en medio de la blanca nieve el dolor se apacigua como si bebiese alguna pócima mágica, alguna bebida alcohólica que adormece mi ser.

Y a pesar de todo estoy bien, adormecido en la nieve, entumecido el corazón, en espera, en eterna espera.

Este árbol me resguarda de la nieve que cae, de vez en cuando miro el horizonte blanco, me quedo preferentemente acostado junto a las violetas congeladas.

No existe el sol en mi paisaje, ni colores, ni aromas, solo frío y blanca nieve. Paso la mayor parte del tiempo acostado, a veces durmiendo y mis sueños de antaño aún vagan por mi cabeza, la mayoría ya no los recuerdo.

Y mis sueños son blancos como la nieve, con personas desconocidas, siempre extraños e ilógicos lo que me ayuda a distinguirlos de la realidad.

Esta es la etapa de la nieve y el frío, tanto caminé que ya fue suficiente, tanto me cegó la noche que ahora me ciega la nieve.

Me pregunto si alguna vez vi el sol, no lo recuerdo, en el bosque los árboles dejaban pasar su luz, en la ciudad distinguía el día de la noche, en la eterna noche solo iluminaba una estrella y en la nieve el cielo está lleno de nubes grises claras. El sol siempre ha estado oculto de mí, mas siempre presente.

Elías es el río que desciende de la montaña hacia el mar, me pregunto si llegaré al mar, creo que no, solo lo veré a distancia de mí, como espejismo en el desierto, como reflejo en las aguas quietas. Elizar es el mar que reposa y observa con tranquilidad, Elizar...

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