diciembre 27, 2015

Despertar del enemigo - El avance enemigo [13]

Adar parecía estar a merced del Caballo Marino, su cuerpo había impactado con fuerza las escalinatas destrozándolas tras el feroz ataque. Confiado el Marino de azules cabellos caminó hasta él con aires de superioridad.

— Eres un tonto si crees que podrás vencernos, Kraken ha pensado muy bien este asunto, se aseguró que nuestra fuerza fuese superior a ustedes, claro, no imaginamos que las Doce Casas serían un paseo por la tarde.
— No digas estupideces, engreído —se levantó el pisciano sacudiéndose los fragmentos de piedra sobre él—. Verás el poder de un Caballero Dorado...

Sin guardarse nada encendiendo su cosmos y haciendo brillar intensamente su armadura el caballero de Piscis invocó un torbellino el cual atrapó al General quien permaneció firme en medio de este.

— ¿Te burlas de mí? Este viento suave no...—fue interrumpido por el corte en su rostro que deslizó sangre por su mejillla—¿Qué es esto?

El torbellino tomó fuerza y más rosas razguñaron su cuerpo en las partes descubiertas de su armadura, luego la fuerza creciente del torbellino lo elevó del suelo impactándolo contra un peñasco contiguo. El Marino estaba sorprendido por el rápido ataque que demostraba la fuerza del guerrero, al recuperarse observó que Piscis sostenía una rosa blanca en su mano como la que envió contra el Kraken.

—  No les permitiré que continuen, así que preparate para morir, caballito de mar...—sonrió confiado el caballero acercando la rosa a su nariz para oler su perfume.

Mientras esto ocurría Fares estaba rodeada por dos Marinos listos para atacar, Sibat de Krysaor y Ragun el Dragón marino. Ambos se movían alrededor de la amazona pelirosa con cuidado, pero ella permanecía inamovible en el lugar con sus ojos cerrados.

— Decidan de una vez quien quiere morir primero —dijo ella en tono serio enrollando el collar de cuentas en su muñeca izquierda.
— No digas tonterías, somos dos fuertes contrincantes —habló el dragón, moreno, alto y listo para actuar.

Ambos observaban a la amazona cuando de pronto haces de luz salieron desde el suelo en diferentes lugares desplazándose por las cercanías apareciendo y desapareciendo hasta atrapar a Sibat en uno de ellos. La mano izquierda de Fares sostenía con su dedo índice y pulgar una de las cuentas en el collar.

— ¡Qué haz hecho con Sibat!—se avalanzó el dragón contra la dorada con un poderoso ken que la Virgo esquivó con un rápido movimiento reapareciendo unos metros más allá de su posición anterior.
— Mira por ti mismo.

Se acercó entonces Ragun al haz de luz dorado intenso que contenía a la marina de Krysaor, ella permanecía en la misma pose como si se hubiese congelado en el tiempo. El joven Marino atinó a meter su mano a través del haz de luz pero rápidamente lo quitó con una expresión de horror en su rostro. Había sentido que apenas entraba su brazo perdía total sensibilidad como si estuviera su extremidad amputada.

— ¿Qué truco es este?—dijo sin dejar de observar a Sibat, no podía saber qué sucedía con ella dentro de aquel hermoso haz de luz que permanecía de piso a techo cual columna.
— ¿Acaso ya no piensas pelear? sigo aquí.
— Bruja, no creas que no me di cuenta... mi golpe no fue en vano, a pesar que lo esquivaste no lo hiciste del todo.

Poniéndose en posición el dragón elevó su cosmos lleno de ira, con ambas manos empuñadas lanzó todo su poder contra la dorada quien esta vez permaneció en el sitio. Ragun pudo observar en ese momento que un haz cubría a la amazona y desaparecía al instante absorviendo de alguna forma todo el ken del rival.

— No haces más que usar trucos, pero no te servirán por siempre, destruiré todo el lugar si es necesario y sabes muy bien que para vencerme deberás atacar.

El pisciano tras disfrutar el dulce perfume de la rosa la lanzó sin previo aviso hacia Kuda quien apenas se levantaba del ataque anterior.

— Es una rosa mortal, ¡pero quedas totalmente al descubierto cuando la usas!—exclamó Hipocampo que contratacó con un furioso torbellino el cual atrapó a Piscis nuevamente.

Pero la rosa blanca se clavó en el corazón de Kuda haciendo un agujero limpio en su armadura, en ese instante comenzó la flor a tornarse roja lentamente. Mientras Adar era castigado por el brutal impacto tras ser elevado a gran altura y caer estrepitósamente al suelo.

— Morirás de todas maneras —agregó Piscis levantándose con dificultad y limpiando la sangre que derramaba por su boca.
— No me importa la muerte, ya te lo dije Kraken planeó muy bien todo esto, destruiremos el Santuario y luego el Inframundo, no habrá otro dios que Poseidón.

Seguía con suficiente fuerza para pelear el disminuido Caballo marino aunque la rosa en su pecho estaba casi roja por completo, su vista se nublaba, pero no dudo en lanzarse nuevamente concentrando su cosmos en el puño derecho destelleando con su última energía. Adar lo observó con decisión y preparó sus rosas rojas, ambos listos para un nuevo ataque chocaron sus cosmos impactándose mutuamente.

El pisciano estaba herido pero al menos con fuerzas para seguir adelante hacia la casa de Virgo, el cuerpo de Kuda yacía en el piso con la rosa blanca completamente roja de su sangre. mas este no portaba su armadura lo cual impresionó al Dorado cuando lo vio.

— No creas que esto ha terminado —oyó una voz que venía detrás del caballero de Athena.

Los ataques no cesaban por parte del General Marino quien no perdía un segundo entre cada una de sus técnicas y en todas ellas el impacto era absorbido por el haz de luz invocado por Virgo, sin embargo Ragun podía observar que la amazona se encontraba cada vez más agotada a pesar de prácticamente no hacer movimientos.

— ¿A qué juegas Virgo? —estaba desconcertado el Marino.
— Ahora lo verás...—dijo ella recuperando el aliento.

El haz de luz que envolvía a la guerrera de Krysaor desapareció dejando caer el cuerpo inerte y muy herido de Sibat que se desplomó sin dar señales de vida. Asombrado Ragun no daba crédito a lo que sus ojos veían, solo entonces un recuerdo rápido vino a su mente, cuando la amazona de Virgo interponía aquel haz de luz el de Sibat desaparecía por un instante.

— ¿Acaso ese haz era el mismo de Sibat?—preguntó temeroso el Marino al darse cuenta que todos los ataques hacia Virgo recayeron en su compañera.
— Así es... —se notaba cansada con el sudor deslizándose por el contorno de su rostro.
— Maldita —dijo entredientes el ofuscado General Marino—. Aunque he gastado energía en todos esos ataques tu también has sufrido el embate de sostener una técnica todo este tiempo, veremos quien resiste más...

Ambos elevaron sus fuertes cosmos decididos a entregar su máximo, ella invocó los haces de luz para atrapar a Ragun, pero el astuto joven los evitó sabiendo las consecuencias de ello por lo que Virgo cambió a otra técnica. De pronto todo el interior de la casa de Virgo se convirtió en el espacio exterior con una gran estrella tras la amazona, un sol enorme y ardiente.

— No haces más que ilusiones, bruja, no caeré en tu juego...—dijo el debilitado Ragun.
— Dijiste que para vencerte debía atacar, ahora conocerás la muerte de una estrella.

El sol rojo tras Fares se hizo cada vez más grande cubriendo el lugar junto al Marino, el fuego le quemó el cuerpo mas por su armadura podía resistirlo medianamente, en un movimiento Fares hizo estallar la estrella produciendo un brillo intenso que pudo ser visto por Adar desde algunos metros alejado de la quinta casa.

Los jóvenes Marinos continuaron su trayecto por Libra hasta llegar a la octava casa, allí estaba Kythnos quien se asombró al ver tres rivales aproximándose. Se preguntó entonces si Adar y Fares habrían sido vencidos, aunque lo sabría si sus cosmos desaparecían abruptamente. Reuniendo coraje el más novato de los dorados se presentó a los que llegaban a las puertas de su casa.

— No avanzarán de aquí  —preparó entonces su aguja escarlata listo para actuar.
— Niño insolente —se molestó la peliverde— ¿En verdad crees que podrás con nosotros?, solo uno es necesario para un novato como tú...
— Encárgate del pequeño, Ciris —habló el Kraken y con Siren avanzaron dejando atrás a Kythnos.
— ¡Hey! Dije que no pasarán...—se volteó el escorpión lanzando sus agujas escarlatas pero fue brutalmente golpeado por el ataque de Ciris que lo impactó por la espalda tirándolo al suelo, mientras los Marinos continuaban su avance sin obstáculos.
— Eres muy pequeño novato, pero no te preocupes no me tardaré contigo.

Kythnos se levantó de inmediato y siguió a los Marinos ignorando por completo a Ciris quien quedó atras con cara desencajada por el desdén del escorpión. Casi a punto de salir de la casa y con el Dorado tras ellos, debía detenerlos a como diera lugar, entonces Kythnos decidió lanzar un nuevo ataque, esta vez cientos de agujas rojas destrozaron los pilares y todo lo que se les cruzó incluso hiriendo a los enemigos deteniendo así su avance, luego vieron con sorpresa como toda la estructura se les caía encima.

La mitad de la octava casa fue derribada sobre los rivales, solo Ciris que no estaba con ellos se libró del derrumbe para luego alcanzar al escorpión quien volteó para mirarla cara a cara. El joven pelirrojo parecía estar más cómodo ahora caminando hacia su rival.

— Pelearemos ahora y después me encargaré de esos tipos. ¡Ninguno de ustedes pasará esta casa!

diciembre 13, 2015

Despertar del enemigo - La contienda desigual [12]

Repentinamente el mar despertó azotando las costas, las fuerzas del dios y las aguas tomaban su lugar sobre el pueblo cercano al reino de Athena, los 7 Generales Marinos corrían veloces por entre las casas ávidos de destrucción mientras las grandes olas les seguían arrazando el lugar. Pronto estuvieron en la primera casa ya dentro del Santuario, sin defensor allí continuaron su camino, pasando hacia Tauro donde se había reunido un grupo de plateados, los pocos que salieron a resguardar las Doce Casas.

— ¿Quién quiere perder su tiempo con estos idiotas?—dijo una de ellos, morena de ojos verdeazulados clarísimos.
— Adelántense —contestó el albino, parecía entusiasmado y rápidamente atacó a los caballeros destrozando sus cuerpos con sus propias manos.

La resistencia era nula por la falta de Caballeros Dorados, más arriba en las Doce Casas Adar llegó a la octava casa del Escorpión.

— ¿Qué haces Kythnos? Vamos de una vez, es hora de pelear con los invasores...—con seriedad habló el pisciano, pero el Dorado de Escorpión estaba paralizado.
— No, espera... el Patriarca ha dicho que resguardemos cada uno nuestra casa, no debemos desobedecer...—se notaba nervioso, esta era la primera vez que había una amenaza inminente.
— No digas tonterías —su tono se volvió frío como no le había visto antes Kythnos—. El Patriarca del que hablas no es más que un inútil que tomó ese puesto hace 10 años, lo único que hace es mimar a Dian en lugar de enseñarle lo que es ser una verdadera Athena.

Sorprendido ante esto Kythnos fue incapaz de moverse del sitio, esta era la hora de la verdad y no había esperanza para el Santuario, todo lo que conocía se le derrumbaba en ese instante, luego de tantos años volvía a ser un simple novato.

— Haz lo que quieras, Kythnos, pero esos tipos llegarán hasta Dian si no los derrotamos. Quédate, pero que no pasen de aquí —con estas duras palabras el caballero se fue bajando las casas para encontrarse con los enemigos y luchar.

Pasó por Libra y se reunió con Fares en Virgo, ella llevaba un collar muy largo de cuentas en su mano que Adar no había visto antes. Sus ojos permanecían cerrados y en posición de loto cerca de la entrada de su casa.

— ¿Y ese collar? —preguntó el rubio curioso por el objeto.
— Es en lo que he trabajado este tiempo, incluso ya hace su trabajo —le indicó al joven una de las cuentas de un color distinto.
— Pelearemos juntos de nuevo...—dijo después con algo de nostalgia—. Aunque si quieres me adelanto.
— Kythnos es solo un novato, acabarán con él... los tiempos de paz no soy adecuados para los guerreros confiados...—se levantó la chica de hermoso cabello rosa.
— Encarguémonos nosotros entonces —dijo el caballero de Piscis y acercó su mano a la de ella pero no pudo tomársela ya que los rivales se encontraban ya subiendo esa escalera.

Adar se colocó delante y sin mayor presentación uno de los Marinos se precipitó hacía él con su lanza, el Dorado le esquivó por poco propinándole un fuerte golpe en el rostro a la morena. En el suelo se dibujó una fina línea que continuaba hasta un pilar cercano, este se derrumbó de inmediato con el corte perfecto de la Marina.

— Veo que no dudas en golpear a una dama —bromeó la chica de la lanza—. Yo soy Sibat de Krysaor y pelearé contigo —pero uno más de los presentes se interpuso indicando con su mano que retrocediera.
— Yo me encargaré de este tipo, se ve fuerte, por fin aparecen los famosos caballeros de oro —se burló Kuda, el Hipocampo.

Sin ánimos de presentación tras ellos empezó a sonar una dulce melodía, uno de los rivales tocaba una flauta traversa. Pero el pelirrojo del grupo le detuvo avanzando hacia Adar.

— Ha pasado tiempo, no me digan que se han olvidado de mí —sonrió el hombre, Adar le reconoció de inmediato.
— ¿Cómo es posible? Tú... cobarde, reuniste a tus amigos para venir aquí, enfréntanos ahora que nos hemos convertido en caballeros —dijo furioso Adar.
— Dije que volvería, deberías estar feliz, acabaré con toda su miseria patéticos caballeros de Athena, debieron prepararse mejor... Oh, claro, no tienen un Patriarca, murió el pobre tipo hace mucho tiempo... —se burló jactándose de lo ocurrido en el pasado.
— Miserable... te haré tragar tus palabras...—avanzó el pisciano decidido haciendo aparecer en su mano una de sus rosas más peligrosas, la rosa blanca y la envió directo al pelirrojo, mas el cosmos de este se intensificó y deshizo la rosa cuando esta estuvo a punto de atravezarle el corazón.
— No entiendes que no eres rival, ni antes ni ahora Dorado de pacotilla...—frunció el ceño esta vez el Marino—. Sibat, Kuda y Ragun, encárguense de estos tipos, los demás avancen conmigo.

Los Dorados no pudieron impedirle el paso a los Generales pues los que se quedaban se interpusieron para comenzar sus batallas. Kuda de Hipocampo invocó súbitamente el torbellino de agua atrapando al pisciano en él y enviándolo varios metros más abajo por las escaleras, tomando así distancia de la lucha en la entrada de Virgo.

— Es cierto...—dijo el pelirrojo al observar en su paso el reloj del Santuario—. Aun con la intervención del viejo nórdico podríamos decir que el tiempo de todo el mundo se agota...

Rió burlonamente el caballero vestido con la armadura del Kraken y chasqueando sus dedos el reloj se encendió con llamas rojas siendo visible en todo el reino.

diciembre 12, 2015

Fichas de personajes - El Novato

 En orden de títulos





Nombre: Eleazar
Edad: 20 años
Reino: Inframundo
Armadura/rango: Disponible en el fic
Personalidad: Un tipo afable que no se anda con rodeos, duro, noble y dispuesto a usar la fuerza para actuar con justicia. Fuerte y decidido no se dejará amedrentar por nadie, cree en el honor y la justicia por sobre todas las cosas.
Datos: Estando listo para recibir su armadura se adentra en las tierras del Inframundo por ella y allí encontrará su destino.
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Nombre: Jeshab
Edad: 23 años
Reino: Inframundo
Armadura/rango: Juez Wyvern
Personalidad: Joven serio con ideas claras, panciente y amante del vino. Fue revivido por Hades para ser parte de su ejército, lucha sin escatimar en recursos.
Datos: Junto a Pandora esperan la llegada del nuevo Hades que reviva las huéstes y avancen hacia el dominio del mundo.
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Nombre: Marixose
Edad: 22 años
Reino: Inframundo
Armadura/rango: Pandora
Personalidad: La dama del Inframundo es una mujer muy indiferente a lo que ocurre a su alrededor, despreocupada parece que nada le importara o no existiera algo que le interese, adora el jardín de flores y es allí donde se siente más a gusto.
Datos: Fue reclutada desde muy joven para servir en el Inframundo.
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Nombre: Morgan
Edad: 25 años
Reino: Inframundo
Armadura/rango: Juez Garuda
Personalidad: Reservado juez, amable y tranquilo es muy serio cuando de combates se trata y no duda en enfrentarse a cualquiera digno de su admiración.
Datos: Revivido hace algunos años por Hades gracias a Jeshab quien lo reclutó por su evidente fuerza y destreza en la lucha.
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Nombre: Kainex
Edad: 25 años
Reino: Inframundo
Armadura/rango: Juez Grifo
Personalidad: El más amigable de los jueces siempre bromea y toma las cosas muy ligeramente aun en las peores situaciones, seguro de sus habilidades nunca rechaza a un buen contrincante.
Datos: Revivido por Hades después de perder un duro combate en el pasado.
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Nombre: Blackbird
Edad: 18 años
Reino: Inframundo
Armadura/rango: Papillon, estrella terrestre del encantamiento.
Personalidad: Indiferente joven, a veces distraido, a veces perdido en su propio mundo, adora a sus orugas de seda que le siguen y no parece interesado mayormente en las batallas.
Datos: Revivido por Hades por su propio deseo antes de morir.
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Nombre: Kogu
Edad: 22 años
Reino: Inframundo
Armadura/rango: Sapuri de Aries
Personalidad: Irrespetuoso y grosero siempre hace lo que se le da la gana, bebedor y conflictivo, acepta su destino en el Inframundo sin darle importancia.
Datos: Reclutado por Sekiam en uno de sus viajes logró entrar al reino de Hades sin morir y así consiguió la Sapuri de Aries.
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Nombre: Seth
Edad: 24 años
Reino: Inframundo
Armadura/rango: Sapuri de Capricornio
Personalidad: El más sanguinario de los espectros de Hades siempre sediento por derramar la sangre de sus rivales, un asesino que disfruta la muerte lenta de sus víctimas, es apenas sociable y prefiere la soledad de su prisión.
Datos: Reclutado por Sekiam tras un arduo enfrentamiento, vio la posibilidad de aliarse al Inframundo y sobrevivió la entrada a este obteniendo la Sapuri de Capricornio.
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Nombre: Sylar
Edad: 23 años
Reino: Inframundo
Armadura/rango: Sapuri de Cáncer
Personalidad: Un lector asiduo, muy educado, tranquilo, no parece fuerte pero su fuerza recide en la inteligencia de sus movimientos, respetuoso y silencioso es siempre muy cordial.
Datos: Reclutado en uno de los viajes de la amazona Sapuri Scorpio tras descubrir su potencial como guerrero.
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Nombre: Sekiam
Edad: 20 años
Reino: Asgard
Armadura/rango: Polaris
Personalidad: Una guerrera amistosa, cordial con sus pares y viajera, comprometida con la justicia, el honor de caballeros, a veces seria frente a los demás, es muy confiable y honesta.
Datos: Sapuri Scorpio por opción propia más tarde convertida en Polaris por su destino, ha abandonado su ira y rencor para defender a Asgard.
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Nombre: Erik
Edad: 25 años
Reino: Asgard
Armadura/rango: Dios Guerrero Dubhe Alpha
Personalidad: Hombre cortés, serio, muy valiente y aguerrido, obediente por sobre todas las cosas y un lider entre sus compañeros, ama su pueblo Asgard, confrontacional en ocasiones y servicial.
Datos: Único sobreviviente tras el secuestro es el más leal sirviente al reino.
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Nombre: Kythnos
Edad: 18 años
Reino: Santuario
Armadura/rango: Dorado Scorpio
Personalidad: Es un chico entusiasta, generoso y alegre, a veces dudoso de sus propias capacidades y temeroso ante la incertidumbre, pero siempre termina actuando como cree que es correcto.
Datos: A corta edad comenzó su entrenamiento para convertirse en un caballero, menospreciado por ser extranjero nadie esperaba que lograra obtener un ropaje dorado.
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Nombre: Adar
Edad: 22 años
Reino: Santuario
Armadura/rango: Dorado Piscis
Personalidad: Gentil, valiente y amable caballero al servicio de Athena, muy serio cuando se trata de luchar siempre da el máximo de sí por la causa, no acepta la duda y posee gran fuerza.
Datos: Alejado del Santuario por algunos años tras un trágico incidente vuelve con más ganas a proteger la doceava casa.
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Nombre: Fares
Edad: 21 años
Reino: Santuario
Armadura/rango: Dorado Virgo
Personalidad: Discreta, silenciosa, concentrada totalmente en su trabajo de mejorar como un caballero, alejada de las múltitudes se siente más cómoda, pero no por ello ignora lo que ocurre a su alrededor.
Datos: Una de las sobrevivientes hace 10 años junto a Adar, aun en ese tiempo mostraba tener grandes aptitudes como dorado.
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Nombre: Dian
Edad: 10 años
Reino: Santuario
Armadura/rango: Athena
Personalidad: Una niña muy común, enfocada en su estudios dentro del Santuario y sus juegos infantiles, nunca comparte con otros niños pero esto no le parece raro, acostumbrada a estar rodeada de comodidades y adultos su carácter es más bien indiferente.
Datos: Es la nueva Athena de este tiempo, sin embargo sabiéndolo no tiene la más mínima idea de qué significa esto.
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Nombre: Ragun
Edad: 26 años
Reino: Reino Marino
Armadura/rango: Scale Dragón Marino
Personalidad: Impetuoso, aguerrido, siempre va de frente y no escatima en usar toda su fuerza para atacar al enemigo.
Datos: Tiene una hermana gemela, ambos practicaron arduamente para utilizar la escama de Dragón Marino.
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Nombre: Sibat
Edad: 24 años
Reino: Reino Marino
Armadura/rango: Scale Krysaor
Personalidad: La guerrera con más resistencia y fuerza de ataque, un rival de temer que corta todo a su paso, disfruta de las batallas, le gusta retar a los más fuertes.
Datos: Se unió al grupo de los marinos cuando conoció a Alan y desde entonces juró servirle.
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Nombre: Salius
Edad: 24 años
Reino: Reino Marino
Armadura/rango: Scale Lymnades
Personalidad: Excéntrico con instinto asesino, disfruta las peleas bajo sus propios términos, no tiene piedad aunque siempre parece de buen humor, permanentemente desea jugar con sus víctimas.
Datos: Único general de Lymnades por sus particulares caracteristicas, fue uno de los primeros reclutados por Kraken.
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Nombre: Miller
Edad: 26 años
Reino: Reino Marino
Armadura/rango: Scale Sirena Alada
Personalidad: Bastante serio, reservado sobre sus intereses y nadie de sus compañeros sabe muy bien que pasa por su cabeza, mantiene distancia de todos y todo, pero es un rival de temer pues su concentración en la batalla es inigualable.
Datos: Se desconoce las razones por las que se unió al grupo de generales.
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Nombre: Kuda
Edad: 23 años
Reino: Reino Marino
Armadura/rango: Scale Hipocampo
Personalidad: Entusiasta por las batallas, uno de los más fuertes generales en cuanto a despliegue de poder, le gustan los retos y hacer explotar su cosmos al máximo sin rodeos.
Datos: El más cercano al Kraken es quien más conoce sobre este y el primero al que el marino le confiaba sus planes.
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Nombre: Ciris
Edad: 19 años
Reino: Reino Marino
Armadura/rango: Scale Scylla
Personalidad: La más joven de las marinas tiene gran confianza en sus técnicas, su habilidad es natural en ella pudiendo dominar con gracia a las 6 bestias, decidida y la más versátil de los marinos.
Datos: Fue la más difícil de encontrar para el marino, no había quien pudiese dominar a las 6 bestias y muchos murieron en su intento, hasta que Ciris mostró a pesar de su corta edad tener un gran potencial.
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Nombre: Desconocido
Edad: 25 años
Reino: Reino Marino
Armadura/rango: Scale Kraken
Personalidad: Arrogante, con gran capacidad física, contiene dentro de sí un gran poder en el cual confía plenamente para hacer su voluntad, poco serio hasta que algo le molesta, un tipo que guarda gran rencor.
Datos: El artífice de esta guerra que esta decidido a destruir la Tierra, ha reunido a un grupo de elite escogido y entrenado por él mismo para llevar a cabo sus planes.
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Nombre: Rebecca
Edad: 19 años
Reino: Inframundo
Armadura/rango: Sapuri Camaleón
Personalidad: Una dulce y amorosa joven, atenta, responsable, se entrega por completo a sus emociones y su fidelidad no tiene límites.
Datos: Tuvo que abandonar al hombre que amaba para emprender su propio camino pero fue incapaz de olvidarle y esto la llevó a tomar una drástica decisión, sin embargo eso que parecía ser el final de todo la condujo a reencontrarse con su amado.
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Nombre: Baku
Edad: 23 años
Reino: Reino Marino
Armadura/rango: Scale Krysaor (R)
Personalidad: Despiadado, indolente, no tiene respeto por nada ni nadie, sigue sus propios propósitos, no le interesa el honor ni actuar bajo las reglas,´hábil y veloz actua sin contemplación.
Datos: Deseaba por sobre todo la Scale de Krysaor sin embargo fue Sibat la escogida como la portadora en primera instancia y desde entonces le siguió en las sombras para aprovechar cualquier oportunidad.
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Nombre: Devon
Edad: 22 años
Reino: Reino Marino
Armadura/rango: Scale Hipocampo (R)
Personalidad: Indiferente, aguerrido en combate, deseoso siempre de mostrar su poder ante los demás, peca de confiado y tiende a subestimar a su oponente.
Datos: Sabiendo que tras ir al Santuario enfrentaría a Hades cedió su puesto a Kuda esperando que este muriera en primera instancia para ser el único portador de la scale.
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Nombre: Rage
Edad: 26 años
Reino: Reino marino
Armadura/rango: Scale Dragón marino (R)
Personalidad: Tan impetuosa como su hermano son dos gotas de agua, ambos poderosos y arriesgados en combate.
Datos: Aunque entrenaron juntos y compitieron por la misma scale nunca dejó de adorar a su hermano quien le ganó justamente el puesto, por lo que no esperaba vestir esta armadura.
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Nombre: Alan
Edad: 16 años
Reino: Reino Marino
Armadura/rango: Poseidón
Personalidad: Un joven muy tranquilo, reservado cuya infancia lo preparó para una gran conexión con Poseidón haciendo que fuese prácticamente uno en pensamiento y actos por lo que el dios es él y él es el dios de los mares.
Datos: Kraken intervino en su infancia para convertirlo en el mejor recipiente de Poseidón de manera que pudiera superar a Hades, pues en cuanto a Athena no había necesidad de luchar contra ella, el mismo marino se encargaría.

noviembre 29, 2015

Despertar del enemigo - Defensores de la Tierra [11]



Los años trascurrían sin mayores sobresaltos en la vida de Kythnos, hacía un tiempo se había convertido en un Santo de Athena, su duro y arduo entrenamiento le había valido para poseer la flamante armadura de Escorpión de la cual se sentía muy orgulloso. Claro no había tenido ocasión de usarla tras recibirla hace algunos años todo porque la paz reinaba en el lugar y era innecesario custodiar su casa. Estas eran las órdenes del Patriarca quien sí permanecía en el Templo todo el tiempo.

Así que su vida giraba en torno a las vicisitudes del pueblo cercano al Santuario donde vivía. En tiempos de paz la vida de un caballero estaba dividida en continuar mejorando sus técnicas y vivir de su reputación como caballero. Era conocido en el pueblo como Santo de Athena por demostrar varias veces su fuerza contra abusivos y malhechores, todo un héroe en situaciones adversas, aunque nunca le vieron con su armadura sabían que era un caballero de elite.

Con estos antecedentes a su haber caminaba el Dorado por las calles del pueblo tranquilo y confiado mientras saludaba a las personas del lugar. Su destino era la floristería donde gustaba apreciar las nuevas flores que llegaban de lugares lejanos.

— Buen día, señor Kythnos, me da gusto verlo nuevamente —dijo amablemente la tendera, una mujer mayor que estaba acomodando unas flores.
— Buenas, sabe que no fallo cuando llegan las entregas especiales —correspondió el pelirrojo alegremente.

En ese momento entró otro joven de larga cabellera rubia que se detuvo junto a Kythnos frente al mesón. Este pidió un ramo de rosas rojas mientras el escorpión lo observaba con asombro, el Dorado solo conocía a uno más de sus compañeros, a pesar de ser un caballero hace años desconocía que hubiera más dentro o fuera del Santuario.

— ¿Qué sucede?¿se nota que vengo del extranjero?—preguntó el rubio en tono risueño mientras la mujer iba por las rosas que había pedido.
— Es solo que no esperaba encontrarme con un caballero —dijo seriamente cambiando totalmente su actitud inicial.
— No soy un enemigo si eso imaginas. Me presento, soy Adar de Piscis, estuve en entrenamiento mucho tiempo fuera del Santuario, pero ya he regresado.

La mujer de la tienda volvió con las rosas y las entregó al caballero, tras pagarlas se retiró del lugar no sin antes dirigirse al escorpión.

— ¿Qué te parece si nos vemos más tarde y nos reunimos con los demás? Cerca del teatro sería un buen lugar —levantó su mano en señal de despedida retirándose de la tienda.

Kythnos siguió con su rutina aquel día y casi al anochecer aceptó la invitación del recién llegado. No estaba seguro si le encontraría allí por lo que se sorprendió al verlo sentado con el ramo de rosas en sus manos en las gradas del teatro.

— ¿No me has esperado todo el día, cierto?—bromeó Kythnos al acercarse.
—  No realmente, tenía unos asuntos antes... aunque admito que si llevo un tiempo aquí, ya pensaba que no vendrías.
—  Lo siento, me distraigo con facilidad en la aldea —dijo apenado—. Últimamente frecuento poco este lugar.
—  Está bien, vamos —se levantó el Dorado, ninguno portaba entonces su armadura, y el escorpión le siguió.
— ¿A dónde vamos?
—  Te dije que nos reuniríamos con los demás.

El caballero de  Escorpión tenía al menos unos 8 años en el Santuario desde que llegó y empezó su entrenamiento, pasando las pruebas iniciales a pesar de su corta edad le dieron la oportunidad de ser guiado por un maestro, convertido ya en Dorado no supo de más caballeros con ese rango que uno solo, aquel que habitaba la sexta casa, por lo que tenía curiosidad de a quienes se refería Adar. Un silencio incómodo se sostuvo por unos minutos mientras caminaban por el llano rocoso con el sol escondiéndose en el horizonte.

— ¿Por qué no fueron al teatro? Habría sido mejor reunirnos allí —dijo titubeante siguiendo de cerca al pisciano.
—  Cuando me fui del Santuario no alcancé a conocerte, sabía de algunos aprendices que buscaban portar las armaduras doradas, su ambición les llevaría a la muerte.
—  No ha sido ambición lo que me ha permitido ser un Caballero Dorado—se detuvo súbitamente Kythnos.
—  Lo sé, ahora lo sé...

No tardaron en llegar a un sitio apartado lleno de tumbas, epitafios de roca anunciaban los nombres de sus moradores. Piscis continuó guiando al Dorado hasta detenerse frente a cuatro sepulturas una junto a la otra y en cada una repartió las rosas que cargaba.

— ¿Quiénes son ellos?—temía preguntar el pelirrojo pero aun así lo hizo, ya podía imaginar la respuesta del joven.
—  Son nuestros compañeros... bueno, lo habrían sido si ese suceso no hubiese tenido lugar—habló con una profunda tristeza.
— ¿Cuando pasó esto? Nunca oí  sobre Caballeros Dorados que perdieron su vida.
—  Ni lo oirás de nadie más. Esto fue hace unos 10 años, nosotros a diferencia de ti, nos criamos dentro del Santuario, ser caballeros era nuestro destino desde que nacimos. Seis de entre todos los aspirantes internos se destacaron por sobre los demás desde muy pequeños y recibieron el entrenamiento especial para convertirse en Dorados.
— ¿Seis?, los cuatro de aquí, tú y...
—  Sí, pero solo dos sobrevivimos a la tragedia. Eramos solo unos niños llenos de ilusiones hasta que apareció ese tipo...

En el solemne silencio de la noche Kythnos se enteró de la razón por la cual el Santuario se encontraba tan vacio, en verdad en ese momento solo contaba con 3 caballeros de oro, varios de plata y unos pocos bronce, que poco y nada de relación tenían entre sí.

—  Lo recuerdo bien, casi nos mata a Fares y a mí, aun siendo pequeña ella tenía un gran poder, pero nuestro compañeros no corrieron con la misma suerte—rememorar esos tiempos perturbaba notoriamente a Adar.
—  Entiendo, debe ser muy difícil para ti...¿es por esto que abandonaste el Santuario?
—  Sí, aunque ya había pasado varios años de eso nunca me sentí cómodo con todo esto y emprendí un largo viaje para tomar un respiro y asegurarme de ser un buen caballero para nuestra diosa —se volteó mirando al escorpión.
—  Dices que esto ocurrió hace 10 años, cuando Athena apareció en esta época.
—  Así es, apenas ocurrida esta tragedia Athena llegó para reconfortarnos y proteger el Santuario de ratas como ese sujeto. Aun siendo solo un bebe la sola presencia de ella en el reino hizo huir al cobarde.
—  Ya veo, un momento de alegría opacó la muerte de tus compañeros, al final para todo el mundo eran solo unos niños aspirantes a caballeros.
—  Eso es correcto, por tal motivo solo Fares y yo lo recordamos.
—  Gracias —le extendió la mano Kythnos—. Aprecio que me hayas contado todo esto.
—  Los tiempos cambian, antes no habría imaginado que un extranjero se convertiría en un Dorado—le estrechó la mano—. Pero las armaduras no se equivocan, saben bien con quien resuenan plenamente.
—  Creo que es hora de volver a casa—tomó distancia Kythnos y miró en dirección a las 12 Casas—. Por cierto, no puedo creer que Fares fuese una niña alguna vez...—bromeó el pelirrojo.
—  No ha cambiado nada, siempre dije que es como una piña... aspera por fuera y dulce por dentro, pero no se lo digas o se enfadará —se sonrojó el pisciano a lo cual ambos rieron y se fueron de allí conversando sobre los últimos años de Adar fuera del Santuario.

Hace 10 años atrás apareció la nueva Athena entre la gran conmoción de un suceso inédito, aun el tiempo correspondiente no había llegado, el despertar de los dioses estaba muy lejos de ocurrir y sin embargo alguien acortó ese tiempo interfiriendo en la gran guerra. En esa época el número de habitantes del Santuario era mínimo, la seguridad, los caballeros, los aspirantes, todo regido por un sabio Patriarca que intentaba por todos los medios posibles aumentar este número y así sembrar un futuro de grandes defensores de la Tierra y de su diosa.

Las cosas no marchaban al ritmo que el Patriarca quería pero era sabido por él que aun había tiempo para mejorar la situación y siempre estuvo vigilante ante los nuevos prospectos a caballero y de esta forma logró reclutar a seis pequeños pero entusiastas aprendices. El Patriarca pensaba que quienes pertenecieran a la elite de los caballeros debían ser formados desde su nacimiento dentro del Santuario, esto principalmente porque tenía un hijo y este debia convertirse en un caballero para tomar su lugar en el futuro. Nada mejor que rodear a su pequeño de otros niños con el potencial adecuado.

En la visita a las Doce Casas estaban reunidos los pequeños, verían por primera vez los aposentos de los Dorados y recorrerían el sitio hasta llegar al Templo de Athena. No alcanzaron a acercarse a la primera casa cuando un sujeto salió de entre la multitud, era solo un pequeño igual que ellos con cabello rojo como el vino y su rostro lleno de odio hacia los elegidos. Este era uno de los aspirantes rechazados para convertirse en Dorado, aunque había nacido y se había criado como los otros seis, el Patriarca le había descartado.

— El Santuario no tendrá caballeros de oro y ningún otro...—dijo con una voz profunda que no concordaba con su edad, rodeado de un poderoso cosmos rojo carmesí.
— ¿Has venido solo a molestarnos?, puedes ser cualquier otro caballero incluso seguir practicando —dijo el hijo del Patriarca enfrentándolo.
— La guerra no se llevará a cabo si termino con todos ustedes... si los quito del juego la Tierra por fin será destruida sin resistencia.

Los seis jóvenes se pusieron en guardia al ver que ese chico venía con intenciones de luchar, mas se pusieron delante de ellos los caballeros de plata que resguardaban el sitio diciendo que continuaran pues ellos se encargarían. Tres plateados cayeron en ese mismo momento por el fugaz ataque del pelirrojo furioso y al unirse más caballeros fueron siendo despedazados por este chico vestido simplemente con su ropa de entrenamiento. Esto provocó una gran conmoción en el lugar apartándose todos los presentes huyendo por sus vidas.

A diestra y siniestra el joven iracundo atacó con una fuerza desmedida a todo aquel que se pusiera en su camino y sin vacilación mató al hijo del Patriarca y tres jovenes más que le enfrentaron, otro pequeño y la chica del grupo se habían apartado cuando este le tomó la mano a ella para que escaparan del lugar. Ella de rosados cabellos no se resistió a la huida confundida por la situación mientras el rubio temeroso por su vida solo atinaba a escapar.

El Patriarca ante tan cruenta lucha se precipitó contra el joven de poderoso cosmos pero fue abatido sin más cayendo junto al cadáver de su hijo. El malvado alcanzó luego al par de aspirantes a caballeros, entonces fue que el rubio se enfrentó a él para proteger a la chica y sin embargo fue ella quien inesperadamante atacó al rival con un poder deslumbrante haciéndolo caer por primera vez.

Aun así eran tan solo unos pequeños contra la fuerza sobrenatural de aquel chico y habrían sufrido el mismo final de los demás tarde o temprano pues ese era el objetivo del enemigo. Entonces una estrella fugaz apareció en el claro cielo y un estruendo mayúsculo estremeció el Santuario, un poder enorme, cálido y reconfortante se apoderó de todo el lugar, la estrella había caido frente a la estatua de Athena a varios kilómetros de allí en la cima del monte junto al Templo.

Ante esto el sujeto de rojos cabellos retrocedió y con una muesca de desagrado se dispuso a retirarse del lugar no sin antes advertirles a los pequeños allí presentes y únicos sobrevivientes.

— No duden que volveré y esta Athena no les servirá de nada cuando eso ocurra...

Dejó así el lugar rápidamente perdiéndose en la lejanía mientras los muchachos se recuperaban de tan trágico evento. Así nació la nueva Athena, forzada a aparecer en este mundo antes de tiempo y sin personas experimentadas que pudieran guiarle y enseñarle su propósito. Hoy es solo una niña de 10 años ignorante de su destino, mimada en los aposentos de una diosa, rodeada de servidumbre lejos de la realidad que le rodea.

Pronto ella descubrirá el significado de ser llamada la nueva Athena, las tropas enemigas se mueven rápidamente a su encuentro sin ella percatarse siquiera del peligro que se aproxima.

noviembre 24, 2015

La Princesa del Norte - Mensaje divino [10]

La amazona continuó mejorando su conexión con Odín, practicando día y noche intentaba resistir aquel poder y mantener congelada las tierras y el mar cercano a Asgard, era importante recuperar todo el derretimiento ocurrido tras la muerte de la antigua Polaris hace algunos años atras. Los iceberg eran cada vez más robustos e incluso el lago que resguardaba una de las armaduras de dios guerrero se encontraba bajo una gruesa capa de hielo. Erik acudió donde Polaris para hablar de esta situación extraña, quizá la amazona se estaba pasando con mantener el frío en las tierras del norte.

— Entiendo que sea necesario mantener los iceberg, pero se ha congelado el lugar de una de las armaduras del reino, obstaculizando innecesariamente su obtención —dijo al acercarse junto a ella mientras la representante de Odín se mantenía de pie firme frente a la estatua del dios, sus ojos cerrados y su delicado vestido celeste ondeando suavemente.
— Qué dices Erik, sabes bien que no controlo a Odín sino él a mí... ¿En verdad el hielo ha aumentado tanto?
— Así es, esperaba que supiera algo sobre esto...—el dios guerrero observó entonces que ella abrió sus ojos y estos eran brillantes como aquella vez y supo que lo siguiente no vendría de la amazona.
— Las aguas aumentan en todo el mundo, el reino ha elevando los mares, él ha despertado con la suficiente fuerza como para empezar esta guerra... Congelaré las aguas y las contendré aquí en Asgard, sin embargo las horas llegarán a su fin...
— ¿Qué?¿Quién es él? Acaso...—se asombró el asgariano.
— Solo hay un dios que quiere sumergir al mundo...—dijo Sekiam recuperando el color natural y claro de sus ojos.
— En Asgard estaremos a salvo por el poder de Odín, no tenemos de qué preocuparnos.
— No lo entiendes Erik, es la guerra entre dioses. Si las aguas han aumentado en todo el mundo debo ir al Santuario y advertirles de este enemigo, Athena debe pelear esta guerra y vencer o será el fin de todo.
— ¿Al Santuario dice? —cruzó los brazos en franca señal de rechazo ante lo dicho por la amazona—. No creo que deba recordarle que su deber esta aquí en Asgard.
— Por supuesto, pero ellos deben defender la Tierra, el poder de Odín no evitará que el mundo se sumerja, solo lo contiene, tenemos que apoyar la causa... por cierto creo que necesitaré mi antigua ropa...

Dicho esto la amazona comenzó a bajar las escalinatas para emprender rumbo a su destino, pero Erik le detuvo tomándole del brazo muy serio.

— Deje que se arreglen ellos solos, usted debe estar aquí... Iré yo si tanto quiere darles aviso...
— Yo debo ir, conozco muy bien el Santuario podré entrar más facilmente, además conozco a alguien allí, él me ayudará a tener una audiencia con Athena.
— Pero...—le soltó el brazo— ¿Cómo es que conoce el Santuario? —reflexionó el dios guerrero incrédulo ante las palabras de Sekiam.

La amazona no esperaba contar esta historia, pero era necesario para que él entendiese, la situación era crítica para la Tierra y si algo podía hacer para mostrar su postura en la guerra debía hacerlo, entonces ella le reveló cómo conocía ese lugar.

— Las ambiciones pueden llevarte a lugares insospechados, eso me ocurrió... entrené arduamente por años para ser la amazona de Escorpio en el Santuario, pero un fanfarrón me quitó el puesto, admito que me venció justamente pero en aquel tiempo solo pensaba en vengarme de él.
—  Quién lo diría..—dijo él extrañado por la situación.
— Todos tenemos una historia —se sonrojó la amazona.
—  Y me dirá entonces que solo quiere advertirles a los athenienses sobre la guerra ¿o es que quiere volver a ver a ese tipo?. En verdad me cuesta creer que una espectro del Hades se preocupe tanto por el destino del mundo...—le dijo con un leve sonrisa, pero luego se miraron desafiantes por unos segundos.
— En lo que a mi respecta siempre he estado del lado de la justicia...—contestó y se volteó ella en claro gesto de desprecio.

El asgariano contuvo su risa ante la respuesta de Sekiam, ¿ser un espectro de Hades era estar de lado de la justicia? Eso era sin duda algo muy absurdo. Aunque esto hizo pensar a Polaris por un momento la situación, si en algo Erik tenía razón no podía irse así como así, entonces antes de retirarse encendió su cosmos sosteniendo su lanza y en un rápido movimiento la clavó en el lugar donde rezaba.

— Esto servirá en mi ausencia —miró nuevamente al asgariano esperando que su gesto lo dejara satisfecho—. No tardaré, ya verás...

Y caminó alejándose de allí hacia sus aposentos para volver a usar su vestimenta de entrenamiento y llegar al Santuario lo más rápido posible.

— Solo no te arriesgues, es su guerra no la nuestra...—dijo cuando ella ya se había marchado, se quedó allí el alto guerrero observando la estatua de Odín y a sus pies la lanza de Polaris brillando intensamente en espera del regreso de la representante del dios.

Seguía pensando que era inútil su gesto, que preocuparse de Asgard debía ser la prioridad de la amazona, pero si tanto deseaba volver allí no podía detenerla y sin embargo no permitiría una nueva acción que involucrara a Asgard en esta guerra.


Continuará...

Hades renace

 *** Mucho tiempo he pasado de foro en foro roleando mis personajes de Saint Seiya, ahora quiero rescatar las historias que se perdieron en diversos lugares. Esta es mi recopilación de fics ***

En medio del otoño las hojas caen ligeras al suelo en su tono amarillento mientras ella corre agitada, cansada y sin mirar hacia atrás continúa entre el bosque que se deshoja. Finalmente se detiene ocultándose tras un árbol de grueso tronco, se sienta allí y su corazón late con fuerza, no sabe si ellos continuan buscándola.

Era un pueblo pequeño en medio de un frondoso bosque aislado de la civilización, allí había nacido ella como cualquier otra niña, pero no tenía recuerdo de sus padres ya que era atendida por un grupo de personas de aquel pueblo en una de las casas más grandes del lugar. Todos sus recuerdos de niñez estaban limitados a las paredes de esa casa.

Al crecer sintió curiosidad por salir de ese entorno tan limitado, a sus 5 años años ya era una niña bastante centrada y seria, ya estaba harta del trato que le daban, siempre reuyendo mirarla a la cara, nunca permanecer cerca suyo, evitar hablarle, era una especie de fenómeno a quien debían mantener lo más cómoda posible. Su única distracción y mayor contacto con otro era durante sus clases privadas, desde muy pequeña comenzaron a educarla sobre el mundo. El tiempo pasó y ya era tiempo de huir, escapar a donde fuera, algo dentro de ella había despertado y no podía seguir en ese lugar.

Su fino vestido púrpura estaba desgarrado por las ramas que de forma inusual se movieron para impedirle el paso mientras atravesaba el jardín de la casona, se ensució con barro al caer más de una vez por el camino de tierra resbaloso por la lluvia del día anterior. No tenía como saber qué dirección seguir, ella solo salió y siguió lo más recto posible alejándose más y más.

La lluvia caía suavemente en los vidrios de la gran casa, le gustaba mucho observar las gotas caer en su ventana que no se podía abrir. Era un décimo piso, un largo trecho hasta los arbustos que rodeaban la casa, romper el vidrio alertaría de su huida y si cayera desde ese piso no podría asegurar un buen resultado. Pero qué más podría hacer, solo puso su mano en la gran ventana y aquel cosmo púrpura se reveló una vez más y el vidrio ante sus ojos se derritió sigiloso permitiéndole pasar a través de él y cuando estuvo en la orilla de la habitación su cuerpo se dejó caer hacia los arbustos con ligereza como si controlara la caida con aquella aura púrpura que le rodeaba.

Ahora estaba sentada en medio del bosque sin tener donde ir, seguro seguían buscándola, aquel sujeto del pueblo debió avisar cuando la vio pasar frente a él y ambos se observaron con temor y desconcierto, ella recordaba esa mirada y no sabía que pensar sobre ello, ese temor al verla, la forma en que se paralizó por completo ese sujeto, que fácilmente podría haberla tomado siendo ella tan pequeña, pero no hizo nada para detenerla.

Quizá solo suerte se decía a si misma retomando el camino para perderse luego de aquel descanso y su paso ya no era tan rápido, hasta que oyó a los perros ladrando en su dirección, esta vez no tenía escape, corrió de nuevo pero sus fuerzas la abandonaban, volvio a mirar hacia atrás y entonces su descuido la hizo caer por una cuesta empinada, rodó hasta golpear su cuerpo en el suelo, en medio de la calzada, adolorida se levantó mas un camión  se precipitaba contra ella demasiado veloz como para escapar, demasiado veloz como para que se detuviera y su energia púrpura le cubrió mas el impacto fue inminente.

Al abrir sus ojos se encontraba en una cómoda cama, muy suave y perfumada. No tenía ganas de levantar su rostro de la almohada mullida, ni moverse siquiera, sin embargo esa mano que acarició su cabeza le hizo reaccionar, pero no había nadie cerca de ella. Ya no conservaba su ropa sucia y hecha jirones, pero a los pies de la cama había un bello vestido que se puso luego para recorrer el sitio.

¿Quien podría ser aquella sombra que la recogió cuando su cuerpo inerte se encontraba a un lado del camino?, ella recordaba eso apenas, era un recuerdo borroso verse a si misma en aquellas condiciones como quedó el cuerpo tras el impacto, luego de ver inmovil aquello unas alas le cubrieron y no recuerda nada más.

Era un hermoso castillo antiguo, ella lo recorrió caminando por muchos pasillos, era enorme y se sintió perdida, estaba sola en ese sitio sin duda, pero una presencia la observaba todo el tiempo. Tras entrar a una de las habitaciones pudo observarse con asombro frente a un espejo de cuerpo completo algo polvoriento junto a la ventana. Con delicadeza tocó su largo cabello negro y se miró, limpiándolo un poco notó sus bellos ojos verdes, su imagen había cambiado por completo, esa no era ella, no podía ser... era otra persona.

No sabe cuanto tiempo pasó alli, seguro unos años ya cuando descubrió aquella habitación, sus comodidades no eran como en el pueblo del bosque pero no le faltaba nada gracias a su guardián que siempre le dio todo lo que necesitaba. Tras estos años descubrió quien era y cual sería su destino, mas estaba aun lejos de alcanzar ese destino. Su guardián ya se lo había dicho, debía prepararse físicamente para despertar y aquella habitación le ayudaría ya que tendría que recorrer un largo camino para encontrar su armadura.

Que extraño sitio era este tan oscuro y claro a la vez, sin la luz del sol radiante pero hermoso como un cielo estrellado aunque enrarecido. Quien podría apreciar tal sutil belleza sino solo su creador y quizá alguno que lo habitase. La barca en la orilla se movió suave cuando ella entró para cruzar aquel río inmenso. El lugar parecía estar abandonado, ella sabía que en algún momento rebozaría de poderosos espectros que le servirían. Tras entrar al gran tribunal empezó su juicio la armadura de Balrog pues nadie cruzaba aquella prisión sin ser juzgado. Y en su juicio la armadura vio que su técnica no le afectaba pues estaba libre de todo pecado, arrodillándose ante ella dejó que pasara hacia la siguiente prisión.

Y en la segunda Cerberus la recibió desconociéndola y la atacó con fiereza mas ella con sutiles movimiento le esquivó. Tocándolo apenas con su dedo la criatura supo de quien se trataba, aquel cosmos no podía ser de otro y así recorrió su camino hasta la tercera prisión. A su paso las almas se detenían con temor y se ocultaban tras las grandes rocas que empujaban hasta que llegó a la cuarta, la prisión del lago. allí esperaba la balsa sencilla y sin incomodarle hacer el esfuerzo tomó el remo y viajó a través del lago apestoso bajando en la otra orilla para encontrarse en la quinta prisión.

No había sudor en su rostro tras el largo recorrido ni un signo de cansancio, todo lo observaba con una gran tranquilidad, con todo el poder que había en su interior podía haber hecho ese recorrido en unos segundos, pero ella quería disfrutar cada momento, sentir el Inframundo, su olor, su frío, su belleza en cada rincón, esta era su creación. Y pasó la quinta prisión hasta la sexta y luego la séptima deteniéndose una vez más en Cocytos la octava prisión. desde allí expandió su cosmos por todo el Inframundo dando a conocer a cada rincón que había llegado mas le faltaba una cosa para reinar y aquello era su armadura.

En un segundo se encontraba en el salón principal de Giudecca, sobre el trono la impecable kamei de Hades y sus pasos se dirigieron a ella para luego desarmarse en sus partes y una vez cerca del trono la armadura se apoderó de su cuerpo tranformándose sutilmente a su cuerpo femenino. Entonces tomó asiento allí a la espera del despertar de su ejército.

- Nunca tuve un nombre, mas desde ahora me conoceran como el Dios Hades, la que gobierna el Inframundo, el lugar del castigo eterno donde la humanidad caerá por sus pecados. Con mi ejército reinaré sobre la Tierra al destruir a Athena y cualquier otro Dios que se interponga en mi camino... porque esperar la muerte para ser juzgado es dar demasiada libertad a la inmunda humanidad, deben ser arrancados de la superficie y recibir su juicio aquí, en mi maravillosa creación...


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Pues sí, una vez quice hacer de Hadesa, claro no funcionó ese foro, era de un amigo y más que nada lo hice para apoyar como siempre xD En ese tiempo ya no tenía ganas de meterme en roles, aprender sistemas y todo eso, recuerdo que me costó mucho hacer esta historia y eso que es muy simple.

noviembre 21, 2015

La Princesa del Norte - Convenciendo al escéptico [9]

Sekiam no estaba convencida del todo sobre este nuevo y repentino puesto, ser arrancada de los brazos del Inframundo era por lo demás curioso, de entrada no era posible que alguien de Asgard le conociera, ciertamente ella viajó mucho en el pasado, estando en entrenamiento y también en su ardua búsqueda de novatos apropiados para la causa, aun así no podía ser que le buscaran a ella específicamente.

— ¿Y si solo es por ser mujer?, tal vez solo cumplo con ese mínimo requisito... guerrera, noble y modesta...—sonrió para sí mientras se vestía luego de un relajante baño y suspiró—. En el Inframundo no tenemos estos lujos...

La ropa dejada por las mujeres eran finos vestidos, muy vaporosos y faldas largas, también había joyas muy hermosas, cintas y tiaras para su cabello, todo aquello era demasiado femenino para la escorpiona.

— Mhmm... creo que la difunta era más grande...—estaba decepcionada al ver que el vestido que se puso era muy largo en el doblez y las mangas, todo eso era demasiado incómodo por donde se mirara. Mas aceptó la vestimenta y continuó su recorrido esperando ver a alguien más o al anciano ese que le presionaba para ser Polaris, necesitaba más información.

Los pasillos del palacio eran muy extensos, puertas por todas partes y más y más pasillos en una y otra dirección, un verdadero laberinto, en la decoración abundaban las armas de todo tipo y cuadros polvorientos derruidos por el tiempo, en cada habitación que entraba había más puertas y se encontraban en desuso. En un momento encontró un salón alargado con una mesa de madera fantástica, en este cuarto todo estaba limpio y reluciente, pronto apareció una mujer con una bandeja saliendo de una de las puertas y preparó la mesa.

— ¿Ya es hora de comer?—preguntó Sekiam, este sin duda sería un buen momento para ver quien más habitaba este enorme sitio.
— Así es mi señora, tome asiento —le contestó con amabilidad la joven mujer.
— Mhmm.. ¿se tardarán mucho los demás?—dijo mientras se sentaba.
— ¿Los demás? Nadie más come en esta mesa, se la hemos preparado solo para usted...
— Saben que son raros ¿cierto?... dijo incrédula la amazona.

La mujer sonrió entendiendo a que se refería, dispuso todo para la comida de la nueva Polaris y se retiró del salón. El silencio de ese lugar era para volverse loco, tanta tranquilidad y soledad, era tan cruel y extrañamente familiar.

— Si que has mejorado en la vida Sekiam... Al menos allá se veía gente pasar todo el tiempo aunque no eran muy conversadores...—con resignación comió de su plato que estaba realmente delicioso.

Luego tuvo la idea de tomar la puerta por donde se había ido la sirvienta de palacio y resultó ser un largo pasillo esta vez con vista al exterior en todo su lado izquierdo, era dificíl decir que hora del día era, al menos estaba claro, las densas nubes cubrían el cielo hasta donde la vista alcanzaba a ver.

Entonces oyó los pasos de alguien viniendo desde el otro extremo del pasillo, vestido con ropas finas se acercaba  un hombre alto de largo cabello claro y ojos azules, se notaba que había sufrido algún accidente por sus vendajes y su brazo derecho estaba sujeto por un cabestrillo.

— Eres tú... —dijo ella muy sorprendida, ya lo había visto antes bajo otras circunstancias.
— Veo que estas a salvo, creí que habíamos fracasado, pero al final llegaste por tu cuenta —habló seriamente y con un dejo de molestia.
— Así que estan todos de acuerdo en que una extraña sea la nueva Polaris... ¿No había alguien más es este amplio reino?
– No, por lo que será mejor que cumplas correctamente tu papel aquí, es más deberías estar en otro sitio ahora en lugar de pasear por el palacio —esta vez su tono aunque respetuoso hacía notar su desprecio.
— De acuerdo, pero han sido ustedes quienes insisten con esta tontería, podría irme rápidamente de aquí si así lo quisiera—replicó ella con dureza muy firme y desafiante dando un paso hacia el joven guerrero.
— ¿Sabes qué?... alguna joya pequeña en tu cuello y quizás una cinta en tu cabello complementarían mejor tu vestimenta...—dijo él mirándola fijamente a los ojos sin retroceder ante el desafío de la amazona, esto desconcertó a Sekiam.
— El estilo princesa no va conmigo —se sonrojó sin darse cuenta y miró hacia el paisaje nevado a su lado.
—¿Ni siquiera te has preguntado cómo sobreviviste prácticamente sin un rasguño a tan dura caida? Y no, no espero que me lo agradezcas, pero te haría bien recordarlo.

En efecto durante su combate Sekiam aun sufría los efectos del somnífero por lo que poco y nada recordaba sobre lo sucedido, habría sido este joven quien al verla caer por el barranco se lanzó junto a ella protegiéndola con su cuerpo recibiendo los golpes del accidentado terreno. Aun cuando ella logró levantarse después de caer varios metros no se percató de la presencia del guerrero a su lado y continuó la huida de sus raptores.

— Cumpliste tu misión —lo miró ella de nuevo.
— Sí, y dos buenos hombres, guerreros y amigos perdieron su vida para que estuvieras aquí... solo espero que haya valido la pena—con esto se dispuso a seguir su camino en dirección al salón.
— ¿No habrá presentaciones formales?¿Dónde están los demás?—dijo Sekiam en tono amigable.
— Yo soy Erik, no hay alguien más que se pueda presentar, solo eramos tres, aunque claro también esta el anciano, pero me imagino que ya lo habrás visto. Bienvenida a Asgard—le hizo una reverencia el joven y se retiró del lugar dejándola con más preguntas que respuestas.
— Bien, ¿Y dónde se supone que debería estar, señor pocas referencias?—dijo en tono de burla luego que Erik ya había entrado al salón.

Se dispuso a continuar su recorrido cuando de súbito entraron las sirvientas, una de ellas tenía una cinta con la que midió a la amazona de pies a cabeza, hombros, brazos, espalda y más. Otras le probaban distintas tiaras y collares para ver qué le quedaba mejor.

— Chicas, chicas, no sean tan intensas —les dijo intentando sacárselas de encima—. Déjenme ver... creo que este collar pequeño estaría bien... y que tal esa cinta celeste, es linda y simple...—les indicaba mientras lentamente se acercaba a la puerta de salida—. Por cierto, ¿hay algún lugar que me recomienden ir?

— ¿Debería estar en la estatua del señor Odín? —respondió una de ellas en tono titubeante.
— Por supuesto, y eso queda justo...—esperaba que le dieran algunas indicaciones para ir.
— Yo la acompaño, no es problema, sígame —se ofreció una de ellas mientras las otras asintieron con la cabeza.

No tardaron en llegar al amplio patio enlozado de piedras, como figura principal había unas escalinatas hacía la imponente escultura del dios nórdico. La muchacha la dejó allí y ella caminó decidida hacia la estatua, observó un momento el sitio y de pronto una voz conocida se hacía presente en el lugar.

— Ya es hora que empieces a trabajar, jovencita —se acercó el anciano sosteniendo la lanza de Polaris.
— ¿En verdad cree que pueda hacer esto? ¿No entiende que no me interesa el destino de este mundo? Ciertamente olvida de donde me ha sacado, ya es tiempo de algunas respuestas.
— De acuerdo —suspiró el hombre y reveló a Sekiam cual era la situación—. Los hielos del norte han estado descongelándose desde ya unos años, la antigua Polaris murió a avanzada edad mas luego de su fallecimiento Odín no promulgó a ninguna otra en su puesto.
— Sin Polaris los mares ya habrían cubierto gran parte del mundo...
— Eso no ha ocurrido solo porque los habitantes de Asgard nos hemos hecho a la tarea de rezar para que el hielo no se derrita, aun así el proceso continúa lentamente mientras cobra la vida de nuestra gente.
— Odín les ha olvidado, no puedo creer que sigan con esto —dijo disgustada la amazona, este asunto seguía sin tener sentido.
— Te equivocas, jamás nos ha dejado y lo único que se necesita es un cosmos fuerte que rece sin ser abatido por esta carga, necesitamos a alguien que resista el poder de Odín a través de su cuerpo.
— Ya entiendo, soy su conejillo de indias, gracias por considerarme —interrumpió sarcásticamente—. Pero sigo sin entender por qué yo.
— Deja las tonterías, muchacha, ya es hora —le tomó del brazo y la condujo frente a la estatua, le golpeó las rodillas por detrás con el mango de la lanza haciendo que Sekiam cayera de rodillas.
— Hey, no hace falta la rudeza...—se quejó la amazona.
— Silencio... rezarás aquí, ponte derecha y enciende tu cosmos, desea con todo tu corazón que los hielos dejen de derretirse. No te moverás de aquí hasta que veamos un progreso o te mueras, lo que pase primero...

Sentenció el hombre mayor retirándose del lugar y dejando la lanza cerca de Sekiam. Ante esta imposición la amazona sintió que al menos debía intentarlo, había una razón interna para que estuviera allí, aquel anciano desconocía que dentro de la escorpiona algo crecía y poco a poco se apoderaba de ella. No muy lejos de allí el joven Erik observaba la escena, junto a él llegó el anciano mientras Sekiam unía sus manos y encendiendo su cosmos purpúreo pedía que los hielos dejaran de derretirse.

— ¿Crees que lo logre?—preguntó Erik sin dejar de observar a Sekiam.
— Ni idea, pero ha sido un gran riesgo. El único reino semiformado era el Inframundo y tuvimos suerte que tuviera a una mujer entre sus filas—respondió el hombre.
— ¡Cómo dices que no lo sabes!—le tomó con furia por la ropa al anciano—. Perdimos a Hans y Vali por tu loco plan ¿Y te dices sacerdote de Asgard? Esa chica tiene razón Odín nos ha abandonado...
— Si lo que dices fuera cierto tampoco tú estarías vivo, solo por el poder de Odín pudieron entrar al Inframundo.
— ¿Acaso siquiera sabías eso con certeza cuando nos enviaste a ese suicidio?
— Deja los cuestionamientos Erik, ella esta aquí y eso es todo lo que necesitabamos.

Fastidiado el dios guerrero soltó al hombre y se retiró del lugar dirigiéndose a sus aposentos. Erik quería descansar y no pensar más en este asunto, seguramente esa chica no podría con la tarea y al día siguiente le encontraría muerta.

Pasó esa tarde y pronto llegó la noche, la oscuridad del lugar solo era interrumpida por las antorchas en el jardín y algunas velas en los pasillos más usados del palacio. Recorriendo uno de esos pasillos se encontraba Erik quien se dio a la tarea de encender los faroles fuera de las habitaciones de sus compañeros caídos como señal que su alma siguiría viviendo en el lugar. Con algo de curiosidad decidió entonces darle una mirada a la joven Polaris, quien sabe si no estaría ya agonizante.

Con su antorcha en la mano izquierda avanzó por el patio enlozado y llegó hasta la amazona, aun desde lejos se podía ver el resplandor blanco y puro de su cosmos. Ella mantenía su postura desde la última vez que la vio, totalmente concentrada en su plegaría no había rastro de su cosmos púrpura.

— ¿Acaso es esto posible?¿Un espectro de Hades convirtiéndose en asgariano?—quedó estupefacto el dios guerrero sin darle crédito a lo que sus ojos veían.
— No, en eso te equivocas, es cierto que pertenecía a las filas de Hades, pero por mi voluntad... Hades no me revivió de entre los muertos, yo decidí entrar al Inframundo y ser su guerrera...—los ojos de Sekiam se abrieron lentamente dejando ver su color celeste clarísimo.
— ¿Entonces por tu voluntad ahora deseas cambiar eso y servir a Odín?
— Nunca me sacrifiqué por otros, nunca me importó la vida de los demás, para mi todos los humanos eran seres despreciables y ruines que debían ser juzgados por Hades... Pero quiero darles una oportunidad, quiero creer que estoy equivocada y que merecen vivir...

Ella hablaba en un tono solemne y suave, su cosmos emanaba un frío que estremecía al dios guerrero el cual cayó de rodillas ante Sekiam.

— Eres... no, es usted digna representante de nuestro dios y le serviré aun arriesgando mi vida...
— La guerra se aproxima y Asgard será una parte fundamental, sin ser nuestra esta contienda nos hemos visto envueltos en ella y cumpliremos a cabalidad con nuestra parte... tenemos que...—no logró terminar la frase cuando se desplomó súbitamente.

Erik acudió en su ayuda cobijándola en sus brazos sintiendo el frío abrumador que la rodeaba, en un instante ella volvió en sí temblando bruscamente.

— Vamos, ya te has esforzado mucho... Por cierto, no se cual es tu nombre —le dijo sonriendo por primera vez, ella apenas susurrando le contestó.
— Sekiam, Sekiam de Polaris...

Elías Punto final

Siempre estoy rogando, rogando a Dios, rogando por un poco de amor, rogando por encontrar el camino. Siempre el dolor es tan intenso, como herida abierta, como puñalada en el corazón.

Pero aquí, en medio de la blanca nieve el dolor se apacigua como si bebiese alguna pócima mágica, alguna bebida alcohólica que adormece mi ser.

Y a pesar de todo estoy bien, adormecido en la nieve, entumecido el corazón, en espera, en eterna espera.

Este árbol me resguarda de la nieve que cae, de vez en cuando miro el horizonte blanco, me quedo preferentemente acostado junto a las violetas congeladas.

No existe el sol en mi paisaje, ni colores, ni aromas, solo frío y blanca nieve. Paso la mayor parte del tiempo acostado, a veces durmiendo y mis sueños de antaño aún vagan por mi cabeza, la mayoría ya no los recuerdo.

Y mis sueños son blancos como la nieve, con personas desconocidas, siempre extraños e ilógicos lo que me ayuda a distinguirlos de la realidad.

Esta es la etapa de la nieve y el frío, tanto caminé que ya fue suficiente, tanto me cegó la noche que ahora me ciega la nieve.

Me pregunto si alguna vez vi el sol, no lo recuerdo, en el bosque los árboles dejaban pasar su luz, en la ciudad distinguía el día de la noche, en la eterna noche solo iluminaba una estrella y en la nieve el cielo está lleno de nubes grises claras. El sol siempre ha estado oculto de mí, mas siempre presente.

Elías es el río que desciende de la montaña hacia el mar, me pregunto si llegaré al mar, creo que no, solo lo veré a distancia de mí, como espejismo en el desierto, como reflejo en las aguas quietas. Elizar es el mar que reposa y observa con tranquilidad, Elizar...

Elías 12

Y mis pies frente al lago sintieron el frío, así que salí de allí, algo me decía que no volvería a ver ese lugar. Me retiré y caminé nuevamente en la oscuridad. Una brisa fría pasó junto a mí. Continué hasta ver caer un copo de nieve.

– ¿Nieve? –me pregunté y miré en dirección al cielo.

Otro copo de nieve cayó y puse mi mano para tomarlo.

– Al parecer algo ha cambiado –habló Elizar junto a mí.
– Sí, creo que sí.

Ahora nieva, cae poco a poco y suavemente. La nieve cubre todo en unos instantes, ya la noche quedó atrás.

– ¿Qué es la nada, Elizar?
– ¿Por qué dices eso?
– Porque cuando estaba en la ciudad me sentía en medio de la nada, luego en la eterna noche caminaba en la nada y ahora ante este paisaje nevado e inhóspito... sigo en la nada.
– No se trata de la nada, se trata de lo que cada lugar significa.
– Ya veo, todo es lo mismo y diferente a la vez.

Ante mí ahora un hermoso paisaje blanco. Caía la nieve, pura y fría congelando mi herida.

– No volveré a creer –le dije a Elizar.

Ahora podía mirarlo a los ojos y todo él era blanco fantasmal. Me vi a mi mismo en arapos y me sacudí un poco la nieve sobre mis hombros.

– Un elegante traje a tono me vendría bien.
– Solo debes seguir caminando, ya no te detengas por pequeñeces.
– Hemos perdido tiempo, ¿verdad?
– No te preocupes, sigamos.

Y la blanca nieve siguió cayendo sobre nosotros mientras continuamos nuestro camino. Que bueno es dejar la noche... que bueno es dejar ilusiones tontas en el pasado. Ahora respiro profundo y siento la brisa fría.

– Me agrada –le dije a Elizar.
– A mi también, es tan calmado.
– La noche fue de pensamiento tormentoso, quizá esto signifique que debería ser un poco... ¿cómo es la palabra?.
–¿Optimista?
– Emmh... sí, creo que esa es la palabra.
– Eso es entrar en un terreno desconocido.
– Bueno, seré razonablemente...
–...Optimista.
– Sí, algo así.
– No durará mucho –rió Elizar.
– Obviamente. No es mi naturaleza.

Y me detengo en un árbol nevado descansando allí un rato. Junto a mí hay unas hermosas violetas.

– Han crecido violetas aquí, mas no tienen color para mí. He sido privado del color y su belleza.
– Blanca es la nieve y fría, no deja de nevar.
– Sí, nieva incesantemente como si fuese un llanto congelado.
– Ya no le des más vueltas –dijo sentándose a mi lado.
– Preferiría no hacerlo, pero me siento triste porque todo terminó.
– Un alma comprensiva, con gestos amables y paciencia pura. Un alma dulce que también espere encontrar el verdadero amor. Alguien que espera igual que tú y yo.
– ¿Y estará en mi camino ese amor o es acaso un sueño que no debo soñar? Tanto tiempo de espera me hace dudar.
– No lo sé, en este punto estoy tan perdido como tú, mi sabiduría es congelada en este vasto paraje frío de pura nieve.

noviembre 19, 2015

La Princesa del Norte - El nuevo destino [8]

Al buscar refugio unas amables personas les recibieron, pudieron entonces guarecerse bajo un techo acogedor de uno de los aldeanos. Allí se recuperó la amazona, sentada en una alfombra de piel cerca de la chimenea cálida y con un abrigo sobre ella. Entonces una mujer le llevó un trozo de pan y curiosamente un poco de sal. Ella miró extrañada el ofrecimiento pero lo aceptó sin decir palabra. Phil se sentó junto a ella luego.

— Señorita, debo agradecerle infinitamente lo que usted ha hecho por mi, es un sueño increible poder conocer la mítica aldea asgariana... es realmente...
— Aquí te quedarás Phil, debo continuar mi camino cualquiera que sea...
— Me lo imaginaba, pero no entiendo que hará usted en el Valhalla...
— Ya te lo he dicho, soy una amazona, si estoy aquí en Asgard solo puede significar una cosa... el señor de los hielos me ha invocado...He podido recordar con mayor detalle lo que ha sucedido, esos tipos debieron traerme aquí...

Ciertamente tres dioses guerreros eran los que se habían presentado en el inframundo, ellos ayudados sin duda por su dios lograron entrar en las tierras del Inframundo por un tiempo muy limitado. Los tres al únisono habían atacado a Sekiam, al ser la primera en la linea de defensa estuvo fácilmente a su merced. Más tarde recobraría el conocimiento siendo cargada en el hombro de un sujeto muy alto, de inmediato tuvieron un fugaz encuentro que terminó al ella caer por un barranco tras desplomarse la orilla de este bajo sus pies. De allí en más cuando se levantó maltrecha camino sin rumbo y prácticamente de forma inconsciente por kilómetros hasta reaccionar frente al mar.

La amazona parecía resignada ya no pensaba más en volver al Inframundo, ahora su curiosidad la llevaba a descubrir qué deseaba Odín de ella ¿Acaso deseaba que se uniera a sus filas, Sekiam una valkiria de Asgard? Aquel pensamiento no hizo más que causarle risa, su lealtad al Inframundo era incuestionable, al menos antes que sucediera todo esto, y eso resultaba lo más extraño de todo.

Había anochecido cuando Sekiam salió del hogar, agradeció con una reverencia a sus hospitalarios habitantes y dejó allí a Phil para que cuidasen de él. No alcanzó a dar un paso fuera de la casa cuando el muchacho tomó su abrigo y la detuvo.

— Me convertiré en un guerrero de Asgard, te lo prometo, seré valiente, leal y honorable...
— Para ser valiente no necesitas ser un caballero, eso me lo enseñó alguien que tú y yo conocemos...—le tomó la mano ella quitándola de su abrigo.
— Mi padre fue valiente... siempre dijo que así era como deseaba morir...—el rostro del muchacho entristeció de pronto.

Ella puso su mano en el hombro del muchacho y le sonrió con dulzura.

— Serías un digno guerrero de Odín, sé fuerte, nos veremos otra vez...

Recuperada la amazona recorrió velozmente la aldea y se detuvo ante las imponentes puertas del palacio amurallado. Para su sorpresa estas se abrieron levemente, lo suficiente para pasar, con precaución ingresó al palacio. Había muchas puertas, salón tras salón, parecía un lugar deshabitado, silencioso y lúgubre, pero un aura fría parecía indicarle el camino en aquel laberinto hasta que finalmente llegó al salón principal del trono.

Un techo altísimo, amplio y bellamente decorado era ese lugar, muy solemne, allí la esperaba un anciano que estaba de espaldas a ella junto al trono de alto espaldar. Era el momento de discutir este asunto y ver que sucedía realmente ¿Acaso ese sujeto era Odín? un anciano vestido muy comúnmente no parecía ser el lider de aquel reino.

— No cumplirás tu nuevo destino si continúas con esa actitud —dijo el anciano sorpresivamente.
— ¿Quién eres tú? llame a Odín inmediatamente o a quien este a cargo, no me gusta para nada su juego... —dijo ella con desconfianza, este no podía ser Odín.

Entonces vio que debajo del trono muy cerca del anciano salió una serpiente pequeña que creció asombrosamente ante sus ojos repentinamente.

— Cumple ahora con el paso final... libérate de la oscuridad que llevas en tu corazón...

Al terminar aquella frase la serpiente ahora enorme y feroz se abalanzó súbitamente contra la amazona. Esta reaccionó lo más rápido posible para no ser devorada por las fauces de la criatura y de inmediato le golpeó la cabeza tras esquivarla. Pero aquel impacto fue como si no hubiese existido, ningún ataque físico podría dañar a la serpiente y esto fue confirmado por las palabras del anciano.

— Desata tu poder cósmico si deseas triunfar...—dijo el hombre que permanecía cerca del trono esta vez observando la acción.

Sekiam entonces concentró su cosmos y envió una esfera de energía púrpura contra la serpiente pero esto tampoco le hizo daño. Un movimiento rápido de la criatura la impactó de lleno lanzándola contra el trono de Odín. Junto a ella el anciano solo la miró sin el mínimo gesto ante lo ocurrido.

— No puedo ser un guerrero de Odín... —dijo Sekiam apoyada en el trono con su frente sangrando.
— Y no serás solo un guerrero...

Ella se levantó y miró con sorpresa al anciano, el extendió su mano hacia ella y le quitó el lazo a su trenza deshecha. Su cabello suelto se agitó con una brisa fría, y solo entonces notó que tenía unos mechones claros, habían perdido su color azabache, blancos eran ahora. Entonces lo comprendió, de esto se trataba todo, era una decisión tomada, su nuevo reino era ahora Asgard y defenderlo sería desde hoy su misión.

Cerrando los ojos su cosmos púrpura ardió como nunca y en un instante este se volvió blanco puro. Al abrir sus claros ojos celestes su mirada era otra. calmada y decidida, solo extendió su mano y la gran serpiente puso su cabeza para que ella la tocase. De inmediato al simple roce la serpiente disminuyó su tamaño y luego se deslizó lejos de la vista de Sekiam, fue entonces cuando el anciano le entregó a la amazona la lanza de Polaris.

— Desde ahora serás conocida como la representante de Odín, Polaris...
— Pero... ¿qué?¿así nada más?—dijo mientras se levantaba sin recibir la lanza.
— Hey, tenemos prisa... la gran guerra se acerca y Asgard debe estar preparado — respondió el anciano obligando a Sekiam tomar la lanza para luego alejarse hasta llegar a la puerta del salón.
— ¡No te vayas, tengo muchas preguntas que hacerte!...

El anciano no hizo caso a esto último y se fue, aunque Sekiam corrió a la puerta al abrirla ya no estaba. Se quedó con todas sus dudas y por sobre todo le abrumaba ser elegida como la nueva Polaris, era algo totalmente diferente, y su corazón seguía con esta sensación fría que la perturbaba, pero al mismo tiempo una chispa nació dentro de ella.

Cerró la puerta del salón y caminó unos pasos hacia el trono, clavó la lanza de Polaris en un movimiento rápido muy enfadada.

— ¿Que es esto? como podría tomar un puesto tan importante si ni siquiera me interesa este lugar... además...—tomó los mechones blancos de su largo cabello mayormente negro— ¿Tengo canas? ¡soy muy joven para tener el cabello blanco!...—sollozó desconsoladamente.

Era una situación muy difícil de digerir, cómo saber si esto debía ser así o una mera improvisación de aquel extraño anciano, mil pensamientos inundaban la mente de Sekiam, el inevitable recuerdo de sus compañeros la agobió de pronto ¿qué pensarían ellos?¿vendrían a rescatarle?¿sabrían su paradero? Mas no pudo continuar con esto pues las puertas se abrieron de pronto y una tropa de mujeres entró estruendosamente con ropajes finos y delicados.

— Mi señora —dijo una de ellas—. No puede estar vestida así...

La llevaron del brazo mientras unas cargaban vestidos muy finos y discutían sobre cual le quedaría mejor hablando muy ruidosamente. así llegaron a una habitación muy grande, para sorpresa de la amazona era un baño con una tina ya preparada. Las valkirias le quitaron el abrigo y se disponían a quitarle el resto de su ropa, estas le iban a bañar, pero ella las interrumpió diciendoles que podía sola y les pidió que se retirarán.

— Como usted desee, mi señora, estamos para servirle —dijo una de ellas y dejando los vestidos le hicieron una reverencia cada una antes de retirarse.

Aquello fue muy extraño, tardaría un tiempo en acostumbrase a esta nueva vida, seguramente ya no había lugar para ella en el Inframundo y esta posibilidad que se abría ante ella era de considerarse, después de todo no tenía otra opción, de alguna manera la esperanza volvía a brillar en su corazón.

noviembre 16, 2015

De publicar una historia

Considero que existe un ciclo en esto de escribir, puede cumplirse o no depende del autor cuánto le interesa su obra o si piensa de esta forma. Al escribir lo que anhelamos es algo muy simple desde mi punto de vista, solo queremos contar una historia. Es posible que nuestra ortografía no sea muy buena, quizá fallamos en la sintaxis, quizá nos resulta mejor un estilo que otro, la prosa o el guión, el lápiz o la tinta son nuestras herramientas y sepámoslas usar o no es simplemente que queremos exponer lo que nuestra mente ha creado.

Es muy difícil sabiendo nuestras limitaciones poner nuestras obras bajo el juicio público, quien sabe que mentes perversas pueden estar allí observando listos para devorar tus carnes al resaltar todos esos defectos que ya sabías. Y nosotros, inocentes, con nuestro semblante cabizbajo sentimos la vergüenza de nuestra desnudez, la desnudez de nuestra alma.

Pero es un ciclo, la publicación es el cierre del círculo que empieza con esa idea loca y vaga que poco a poco te entusiasma, es tan nítida y hermosa, emocionante y fantástica, los observas moverse, hablar, luchar contra sí mismos y morir, de pronto tienes en tus manos la vida de muchos y quieres contar su historia para que vivan en la imaginación de quien te lea. Luego te pones manos a la obra con un papel y lápiz, quizá la computadora, ese silencio y la hoja en blanco es el primer obstáculo serio en tu camino, mas al superarlo te sientes en la gloria y disfrutas cada palabra toda mal escrita a la primera pasada. Tras toda esa emoción de las primeras palabras puede que continues o le sigas otro día, es natural, pero inevitablemente llega la corrección, importante, ineludible y aburrida, pero es de sabios corregir o mínimamente hacer el intento.

Y este es el punto donde muchas historias mueren, por más amor que pusieras en cada palabra, por más que te empeñaras en que tuviera un mínimo sentido, la historia a muerto en un cuaderno olvidado, en el fondo de una carpeta, en el más polvoriento cajón. Por tu miserable culpa, el miedo o quien sabe que, todas excusas muy válidas, no creas que no, pero así como le has dado vida a unos pobres personajes se las has quitado de cuajo. Duermen el sueño eterno en el Inframundo de las historias y sufren terribles azotes... bueno, quizá exagero un poco...

Por eso publico, para que vivan por siempre en este humilde blog, en el foro ese de Saint Seiya y no sé donde más me ha dado por colgar mis cosas alguna vez, el punto es que la publicación de tu historia rara y torpe merece la vida eterna, merecen que alguien lea ese título rebuscado, trillado o simple como mínimo, pero han alcanzado la divinidad con este simple acto.

No escribas para darle el gusto a alguien más sino para darte el gusto de hacerlo y si a alguien más le agrada tu trabajo pues bien y si no bien también, tu haz cumplido con tu historia al hacerla pública y todo lo demás ya no depende de ti, puedes corregirlo luego agregar cosas y todo eso, pero ante todo debes ser fiel a uno solo, a ti mismo.


La Princesa del Norte - ¿Rapto o destino? [7]

Eleazar había llegado tarde a la escena junto a Wyvern, toda la acción concluyó muy rápidamente, los invasores tenían extrañas intenciones, al parecer solo deseaban llevarse a la amazona sapuri, aquello no tenía sentido. Sylar se encontraba muy herido tendido en el suelo acompañado por los otros dos jueces que cuidaban de él.

—¿Que ha sucedido?—dijo con enfado el recién llegado Hades.
— Señor Hades... se la han llevado...—pronunció con dificultad el Sapuri.
—¿Cómo es posible que hayan venido a hacer algo así?¡Cómo se atreven!
— "Quién" es la pregunta, señor —agregó Jeshab, el juez Wyvern se encontraba algunos metros más allá junto al cuerpo de uno de los invasores.

Hades caminó en aquella dirección y observó el cuerpo destrozado del enemigo, este por alguna razón no tenía su armadura puesta, aun recibiendo un gran ataque si el cuerpo estaba allí debía tener al menos fragmentos de sus ropajes pero no había rastro de ella. Sin embargo no había secretos cuando de muerte se trataba, era obvio para Eleazar quien era el sujeto y quién lo envió.

— Un asgariano...—dijo Hades molesto por la situación— ¿Que pretendes Odín?
—¿Odín?—replicó Jeshab junto al dios

Entonces apareció Seth acompañado de Kogu, este último se notaba que enfrentó también a uno de los intrusos, aunque no estaba tan mal como Sylar, y les contó a los presentes lo que él alcanzó a ver cuando llegó. Al parecer eran tres los sujetos, de alguna manera acorralaron a la amazona para dormirla con un somnífero y llevársela, Blackbird habría sido el primero en llegar pero fue rápidamente reducido por los tres tipos que no dudaron en atacar simultáneamente, pero a la llegada de Kogu decidieron separarse adelantándose dos de ellos y dejando a uno para distraer.

Kogu estaba dispuesto a enfrentar al rezagado pero pronto llegaría Sylar quien le dijo que impidiera el rapto por lo que persiguió a los otros esperando que el Sapuri le siguiera. Ya fuera del Inframundo Kogu logró interceptar a uno de los tipos y combatió con él hasta derrotarlo, mas no logró impedir que el tercero más alto se llevara a la amazona.

— Lo más extraño de todo fue que su armadura le abandonó antes del golpe final... él mismo se lo ordenó... Nos hemos enfrentado a unos camicaces...— bromeó adolorido el Aries Sapuri.

Uno de los espectros cayó en la invasión y dos estaban heridos, mas una había sido secuestrada. Tanto esfuerzo por parte de los enemigos para un acto tan aparentemente inútil era algo extraño, pero reflexionando un momento todo lo dicho por Kogu Hades pareció entender al menos en parte qué sucedió.

— Si se trata de asgarianos debemos ir por Sekiam, no podemos dejar esto así como así...—quiso levantarse Sylar pero los jueces se lo impidieron.
— No, te equivocas, dejaremos esto tal cual como esta...—interrumpió Eleazar esta vez más sereno—. Esta ha sido su decisión...

Sus caballeros quedaron apesadumbrados con lo dicho por Hades, no podían contradecirle aunque su deseo fuera recuperar a su compañera y rescatarla de Odín por la estrecha relación que tenían con ella, mas no entendían de que hablaba el joven con eso de "su decisión", incluso Jeshab dudó de la respuesta del dios y se lo hizo saber.

— ¿En verdad su primera decisión como el nuevo Hades es que nos olvidemos de una compañera caída en desgracia? No es mi intención juzgar, pero...
– Usted no conoce a Sekiam, es la más leal servidora del reino, siempre buscó a los mejores candidatos para que se unieran a nuestra causa...—agregó Sylar dolido con la decisión.
— En eso te equivocas Sylar, la conozco, sí, no tanto como ustedes con quienes ha compartido más tiempo, pero entiendan que esta no es solo la voluntad de Odín, sino también de ella misma...

Aquello les dejó sin habla y entonces apareció como un rayo púrpura que se posó frente al dios del Inframundo la flamante armadura Sapuri Escorpio, que regresaba a su reino en forma de objeto con la figura del escorpión lista para ser usada por algún otro aspirante de aquel reino.