mayo 25, 2008

Aquel Mundo [1]

HUBO UNA VEZ UN MUNDO, no muy distinto a éste, lleno de bosques, ríos, lagos, desiertos, valles y montañas. En él había un pueblo aislado de todo, rodeado por el desierto y dominado por una cultura esclavista e injusta, ciega y cruel, de seres despiadados que solo se interesaban por ellos mismos y su provecho, seres sin valores ni virtudes. Ellos tenían a todos los niños y niñas bajo su mando, el mando de los adultos, dueños y señores de todo.

Pero no siempre fue así, en otros tiempos los adultos y los niños vivían en paz, respetándose mutuamente. Ambos tenían derechos y obligaciones, cada uno tenía libertad y poder sobre ellos mismos, su espacio aparte y su espacio compartido, todo esto en justa medida y equilibrio. Al paso del tiempo los niños empezaron a crecer con nuevas ideas, aquella fue una generación diferente, por alguna razón deseaban algo más, deseaban conocer más allá de los límites de su pueblo.

De un día para otro, los jóvenes se organizaron y prepararon una expedición a nuevas tierras. Sin embargo, los adultos no se lo permitieron, por alguna razón, cerraron sus mentes y sus corazones aferrándose a sus miedos. Intentaron que los jóvenes comprendieran la gravedad de lo que tenían planeado hacer, diciéndoles que si se iban traerían ruina y caos al pueblo, los extranjeros vendrían a intentar conquistarlos y destruir todo lo que tras generaciones se había forjado. Entonces, los jóvenes se revelaron, no lo aceptaron, bajo ninguna circunstancia dejarían de lado sus planes, ya estaba decidido y, sin más discusión sobre el tema, tomaron sus armas y se prepararon para luchar por lo que ellos creían correcto y tenían derecho a hacer.

La guerra se armó entre ambos bandos. Se encontraron en el desierto del Este, una fuerza frente a otra, olvidaron su parentesco, ni padres, ni hijos. Esta guerra se transformó, no interesaba el viaje aquel, ni los derechos, ni los miedos, se trataba de quién era el mejor, el más poderoso... el que tenía la razón y la verdad absoluta. Esta guerra como todas, terminó con la forma de vida que conocían, ciertamente acabó con todo. Y lucharon aguerridamente por demostrarse estas cosas el uno al otro, como si con una guerra pudiese definirse.

Al comienzo de la batalla no parecía haber un ganador, pero debía haber un vencido y la contienda era desigual. Después del duro enfrentamiento, todo terminó con el triunfo de los adultos y, a pesar de todo, no podía ser de otra manera. Éstos estaban mejor preparados en todo sentido, no hace falta detallar nada más, todo estaba hecho. Por haber ganado se sintieron poderosos, pensaron que nadie podía revelarse contra ellos, ellos tenían la razón en todo y la verdad absoluta, su palabra no podía contradecirse, pues nunca se equivocaban, nada se comparaba a ellos, su poder era ilimitado, y por esto lo tomaron todo.

La codicia los dominó, perdieron la cordura, sentían que todo les pertenecía, incluso era suya la vida de los perdedores y los hicieron esclavos. Les quitaron la educación, sus derechos como seres vivos y no podían poseer nada, solo por el hecho de ser niños. El mal había llegado a este pequeño pueblo de un desconocido planeta.

Los jóvenes perdieron más que nada su ímpetu y su fuerza, sus ganas y sus creencias. Habían perdido más que su libertad, su espíritu. Acataron las órdenes de los adultos sin más palabras, como si merecieran ser sus esclavos. Por haber perdido la batalla ya no importaba lo pasado, solo importaba recibir el castigo.

Pero, había algo que era inevitable, luego de algunos años, aquellos jóvenes crecerían y se convertirían en adultos, y los adultos en ancianos. Por alguna razón las cosas no cambiaron, y es que siempre queda rastro del pasado, algunos de los jóvenes que una vez lucharon por su libertad ahora deseaban el poder de los adultos, así se crearon leyes y castigos para todo aquel que estuviera en contra de este orden. Quedó un pequeño grupo que tuvo que obedecer y resignarse, pues las cosas no cambiarían aunque pasara el tiempo.

Pasaron las décadas y el pensamiento de algunos adultos se volvió perverso y cruel, no les bastaba tener a los jóvenes como esclavos y a los buenos sin voluntad. Aburridos de la sumisión absoluta del pueblo, crearon una prueba para todos aquellos que desearan ser libres, la cual era imposible de realizar. El único objetivo de esta prueba era sacrificar a los niños para diversión de los seguidores del rey.

Muchos jóvenes aceptaron el reto y murieron en el intento, otros se rindieron suplicando ante el rey. Solo una prueba bastaba, nada más. Cuando nadie se atrevía el mismo rey tomaba a uno de sus esclavos para el espectáculo.

Pero hubo un joven que se enfrentó a ese rey y prometió no rendirse, pelearía por su libertad y la de su pueblo. Éste pensaba que la única arma del rey era esa prueba y si la vencía nada impediría su triunfo. Parecía un plan simple, pasaría la prueba y con esto vencería al rey.

Solo tenía 12 años, pero habitaba en él, la fortaleza y el valor de un gran hombre. Juró liberar a su pueblo de la injusticia y la maldad que había dominado por tanto tiempo. Y así este valiente joven se enfrentó a la prueba de la gran bestia, una criatura capturada por el Rey Orien, quien tuvo la malvada y perversa idea de sacrificar a los esclavos.