septiembre 05, 2009

Elías 9.9

– Todo se terminó una vez más.
– Es cierto Joel, todo terminó excepto mi vida.
– Es tiempo de empezar nuevamente.
– Esta vez no es posible querido amigo, todos me han abandonado y yo mismo quiero huir de mí.
– Soledad, aquello que conoces bien, te hunde en lo profundo de la tristeza, a ella también la conoces perfectamente.
– Es tan doloroso aceptar una vez más que siempre estaré solo.
– Resignación, regresa a la resignación.
– Creí ver una esperanza en mi vida.
– Fue solo una ilusión que ya terminó. Déjala atrás.
– Siempre dejo atrás mis esperanzas, mis sueños, mis anhelos y deseos.
– Desecha todo aquello que te ilusione.
– Oh mi buen Joel, hablas con la más sincera verdad, con la realidad.
– Quédate vacío una vez más.
– Son duras tus palabras, como siempre azotas mi cuerpo maltrecho sin piedad. Y siento mi herida crecer, mientras mi dolor se hace más latente.
– Abandona toda esperanza y cruza la puerta, aquí está tu hogar.
– Hace tiempo no oía tus palabras, hoy me llegan con fuerza.
– Temor, dolor, insatisfacción y más que nada decepción por la vida que llevas hasta ahora.
– Me siento sin alma ¿Qué puedo hacer?
– Te falta encontrarla.
– ¿A quién?
– A ella, a tu alma gemela, solo entonces volverás a conectarte con tu propia alma. La buscas en tu vida de ahora, pero sabes que no la hallarás en este tiempo.
– Queda tan poco para que todo acabe, creí que la había encontrado en mi amada Juliette, pero ella no era.
– ¿Cómo lo sabes?
– Porque no me amo tanto, porque ella me dejó sin ella, sin su amor y yo sufrí mucho, hoy deseo que se la lleve el olvido, con tristeza pienso en ella, pues el destino no permite mi felicidad.
– Espera un poco más, quizás halles a tu alma gemela y entonces volverás a sentirte con alma. Claro, no en esta vida...

Joel y la cruel realidad, Elizar y su sabiduría, están conmigo a ratos, aparecen sin llamarlos y me hablan, con sus palabras guían mi alma en la oscuridad, en mi soledad.

Elías 10

Busco y no hallo, pido y no recibo, llamo y no abre.

Busco el amor, a mi alma gemela con quién conoceré la felicidad, la felicidad de ser amado y amar con el corazón. Pido tranquilidad, buena fortuna, pido que mis deseos sean cumplidos, aquello material que me dará la tranquilidad en la vida. Llamo a la puerta que conduce a mi verdadero destino, de mi propósito en la vida, quiero que se abra la puerta a la vida plena y tranquila donde cumplo con mi deber prescrito.

Pero busco y no hallo el amor, mi esperanza se rompe. Pido y nada recibo, me conformo con lo que sobra. Llamo y no se abre la puerta, mi esperanza es arrastrada y llevada por el viento.

Y una vez más lo intento, aunque me has dejado, estoy aquí como dije, me he quedado y ahora espero de ti lo que deseas para mí. De tal manera que… Dios, busco a mi alma gemela para amarla, sentir su amor eterno y puro. Dios, te pido cumplas mis deseos de buena fortuna, deseos materiales que me ayuden y que me den satisfacción. Dios, estoy llamando a la puerta de mi destino vocacional, llamo a la puerta y quiero que se abra, que me muestre el camino que debo seguir desde ahora.

Tú dices: el que busca halla, el que pide recibe, el que llama se le abrirá. Ahora te he dicho lo que busco, lo que pido y la puerta a la cual llamo. ¿Puedes concederme lo que te he dicho en estas humildes palabras? Yo soy Elizabeth/SekiamHero/Elizar/Elías… Todos y ninguno al mismo tiempo, Tú llámame por el nombre que desees.

Soy Elías, aquel que escribe estas palabras, soy Sekiam Hero la escritora de las historias inútiles sin fin, la Hero que espera a su Leandro, soy Elizar el alma hablante y sabia, y por último soy Elizabeth a quién arrastro por la vida hasta llegar al fin.

Todos desean conocer a Dios, pero cada uno es demasiado insignificante, ninguno es digno de su presencia y todos vagan a mi lado esperando el momento. Mientras tanto continuamos aquí sin entender nada, consolándonos mutuamente en nuestro pesar.

– ¿A quien amas? –oigo a Elizar.
– Amo a mis protagonistas masculinos –dice Sekiam.
– Amo amar –le contesto yo, Elías.

Pero Elizabeth se ha quedado en silencio y cabizbaja entristece… Elizar no ha contestado su propia pregunta e insisto.

– Yo no puedo amar a quién no me ama –dice al fin ella.
– Amo a mi alma gemela donde quiera que esté –dice Elizar.

Hay tristeza en todos nosotros porque ninguno tiene a su amor.

Elías 9.8

Ya no tengo nada, pero sigo aquí, respirando, viviendo. ¿Para qué? No hay razón. Deseo, deseo tanto y tantas cosas, pero solo en eso se queda, un simple deseo, un anhelo imposible.

Mi amada... ¿Qué sucedió? Tu luz se apagó sin aviso y me has dejado en la penumbra de la incertidumbre ¿Volverás?

Lo he pensado tanto, mi amor, mi más bello y único amor, tal vez deba olvidarme de ti, dejarte en el pasado cayendo otra vez en la infinita y fría soledad.

Te di todo mi amor y mi corazón roto parché para dártelo también. ¿No lo quieres, amor? Es todo lo que tengo, mi amor dulce y cálido, un corazón roto parchado, lo volví a armar para ti, no tengo más, lo siento mucho, quisiera poder darte algo más, pero no hay más. Ahora que me dejes volverá a romperse y mi amor guardaré en el cajón que estaba antes que llegaras. Lo guardaré por si alguien lo quiere alguna vez.

Deseo, luego soy. Deseo, nada de aquello que deseo lo tengo. Deseo, sueño con tenerlo, pero está infinitamente lejos de mí. Deseo y me quedo en el desear una y otra vez como si jamás tuviera fin, pues no tendré nunca aquello que anhelo. Y me digo “ya no más”, pero esto es lo que soy, deseo y luego todo lo demás… no acabará nunca esta ansia por anhelar lo imposible.

No quiero hacerlo más, pero mi ser es todo deseo, sin ello habría la nada.

Elías 9.7

Te has callado nuevamente Elizar. He fracasado una vez más y sin embargo, en mi mano aprieto la esperanza para que no escape de mí. Y la esperanza desea huir, no desea ser aplastada cuando todo caiga, araña mi mano para escapar y sangro profusamente, pero no la dejo, algo me impide abandonarla, abandonarme a la desesperanza.

– Escribe, escribe de todo en todas partes. Ten algo de cautela, pero no te guardes. No dejes de escribir.
– ¿Que dices Elizar? ¿escribir? ¿a que me llevará eso?

Siempre que escribo no logro terminar, eso me sucede siempre y no dejará de ocurrir. Además es muy probable que me busque un pleito como suele ocurrir también. Así que no veo nada de bueno en tu propuesta. Aunque por alguna razón tengo ganas de escribir y de escribir mucho, pero soy conciente que no recibiré algo a cambio.

Creo que simplemente mi mente se ha liberado en cierta medida y me pongo a pensar en muchas cosas que no me dejan dormir. Me duele un poco la cabeza y me siento algo atontado, tengo ganas de hacer cosas, pero no está en mis manos poder hacerlas. Es una sensación extraña que me perturba a ratos.

No tiene ningún sentido mi esfuerzo y aun así lo hago. Y ahora, ¿qué ha pasado? ¿Por qué te has ido? Me dejas una vez más y ella también me ha dejado ¿por qué? ¿Por qué me abandonan?

EL NOVATO - El Encuentro [5]

El novato se encontraba en plena sexta prisión, con la ayuda de una de las almas del bosque había logrado cruzar al haberse perdido, sin embargo ella le producía mucha curiosidad pues a pesar de ser una figura femenina muy parecida a otras del lugar había algo familiar en ella que no podía explicar.

Con la aparición inesperada de dos Jueces en ese mismo sitio Eleazar casi dejó escapar a la muchacha antes de saber de quién se trataba, pero se aferró a su brazo rápidamente y no se lo permitió, aunque primero debía resolver si esos jueces pretendían enfrentarse con él.

— Oye muchacho, ¿Cómo te llamas? —preguntó el Juez curioso que se había detenido frente a él.
— Vámonos... —le insistió el otro Juez con tono de poca paciencia—. Ya habrá tiempo de presentaciones.
— Yo soy Eleazar ¿Ustedes quienes son? Pandora me ha dicho que no encontraría más Caballeros de Hades en mi camino —respondió aun sosteniendo el brazo del alma.
— Soy Kainex, Juez de Grifo —dijo él con entusiasmo—. En verdad eres muy joven para ser…
— Kainex, recuerda la situación en la que estamos, urge nuestra presencia...—volvió a insistir el otro.
— Pero Morgan, es solo un momento… por cierto Eleazar ¿quien es la chica?—observó que el novato no le dejaba irse.
— Bueno, tú quédate a charlar —se rindió el segundo Juez—. Disculpa Eleazar, pero tenemos asuntos muy urgentes, ya habrás notado que nos están invadiendo. Ve por tu armadura pronto y únete a nosotros en la batalla.
— Iré… en un momento, debo hablar con ella primero —dijo el novato mirando a la joven que estaba cabizbaja.
— Bueno, espero no te distraigas demasiado… por cierto, soy Morgan, Juez de Garuda… nos veremos luego —se retiró del lugar en ese momento como un rayo púrpura.
— Y yo también me voy, esta vez Morgan tiene razón, hay un asunto que arreglar con esos intrusos. Te estaremos esperando…

Kainex se despidió haciendo una reverencia cordial a Eleazar y partió velozmente a la batalla alcanzando a Garuda en dirección a la entrada del Inframundo.

Ahora el aspirante  concentró su atención en la joven alma tomándola por los hombros obligandola a mirarlo cara a cara aunque ella no tenía rostro.

— Tú… me pareces tan familiar… si pudiera… —dijo mientras tomó el rostro de ella suavemente a lo cual la joven se cubrió la cara con sus manos.
— Ya no me mires, déjame ir —habló finalmente despacio como un susurro.
— ¿Puedes hablar? Dime por qué me ayudaste.
— Déjame ir, por favor —y su voz se oyó como un lamento.
— Yo debería… —recordó su propósito—. Aun me queda el resto de esta prisión, la séptima y… rayos... irás conmigo, vamos.
— No puedes… —se asustó ella.
— No quieres decirme quien eres entonces te llevaré, no puedo seguir perdiendo el tiempo y tampoco dejaré que te vayas así.

Eleazar la tomó en sus brazos y se dirigió al siguiente valle. Cruzaron juntos el desierto hasta que el joven divisó en el horizonte las fosas de la séptima prisión.

—¿Aun no estas dispuesta hablar? —preguntó a la joven mientras la sostenía en sus brazos.

Ella le respondió sin miralo y abrazándolo como si deseara que ese momento durara para siempre.

— No puedo abandonar esta prisión, debo regresar al bosque...
—¿Me conoces, verdad? Yo creo… creo conocerte, pero no puedes ser ella —dijo con tristeza.
— En el bosque deambulan las almas de aquellos que…

Eleazar cayó sobre sus rodillas en ese momento y la abrazó fuertemente mientras inevitablemnte una lágrima rodaba por su mejilla.

— No puede ser… ¿por qué? —dijo muy suavemente, él sabía que ella había muerto pero nunca supo cómo sucedió ni por qué.
— Estaba tan sola sin ti, Eleazar. No podía seguir sin estar a tu lado.
— Pero Rebecca, no lo entiendo, sabías donde yo estaba ¿Qué sucedió?

Ella apoyó su cabeza en el hombro de él contándole como ocurrió todo mientras estuvieron separados tras su cambio de lugar de entrenamiento.

— Durante mi práctica, mi maestro me reveló que tu destino estaba aquí, en el Inframundo. Se enteró de la muerte de tu maestro y me dijo que debía olvidarme de ti porque jamás volvería a verte. Le dije que entrenaría duro para volver a tu lado, pero él insistió que eso sería imposible porque tú perderías tu vida al intentar entrar en este mundo.
— Rebecca, ¿acaso te lanzaste por las escaleras del Inframundo y así perdiste tu vida?
— No, no pude abandonar el lugar de mi entrenamiento, al intentar escapar mi maestro me descubrió y puso vigilancia… entonces yo…
— Mi dulce Rebecca, sacrificaste tu alma por mí, no merezco tanto… no merezco tu amor…
— No puedo dejar la sexta prisión —dijo acariciándole su cabello oscuro—. Allí, en el bosque…
—…en el bosque se encuentran las almas que cometen suicidio… —completó la frase Eleazar.

Él se levantó y la bajó de sus brazos estrechándola contra su pecho fuertemente.

— Espérame Rebecca. Regresaré pronto por ti, volverás a la vida y no nos separaremos más... —besó entonces su mejilla y se marchó rápidamente hacia la séptima prisión.

Eleazar prefirió no mirar atrás mientras ella se quedó observándole hasta que se perdió de su vista para luego regresar al bosque donde le esperaría como lo había hecho todo este tiempo. El corazón del novato estaba rebozarte de alegría al encontrar a su amada que creía haber perdido hace muchos años. Ahora se sentía con más fuerzas para completar su recorrido.

Comenzó a cruzar las fosas de la séptima prisión, pero el camino era muy escabroso y tuvo dificultades, el gran cosmos escondido dentro de él no podía explotar ya que no contaba con la protección de una armadura y esto hacía más arduo su trayecto.

— ¡Rayos! el cansancio me esta pasando la cuenta... no puedo renunciar ahora...

Saltó por una de las fosas y resbaló apenas alcanzando a sostenerse del borde. Intentó subir, pero su cuerpo ya no le respondía y encendió su cosmos para poder continuar.

— Ahorra tus fuerzas, joven novato —se oyó una voz en el lugar.

Eleazar salió de la fosa y observó a un hombre de espléndida armadura alada púrpura y cabello gris.

— Pero... ¿acaso...? —no le alcanzaba el aliento para continuar la frase.
— No te preocupes, esta todo preparado. Vamos, se hace tarde.

El Juez tomó a Eleazar apoyándolo en su hombro y llevándolo velozmente a través de la séptima y octava prisión. Pasando por las cúpulas de los jueces llegaron finalmente a Giudecca.

— Giudecca...—dijo totalmente asombrado el joven novato admirando la majestuosidad del gran palacio de Hades frente a él, no podía creer que finalmente había llegado.
— Ven, sígueme —le indicó el hombre que lo había traido.
— Espera... no me has dicho quien eres.
— Mi nombre es Jeshab, Juez de Wyvern, es preciso que se apresure, señor.
— Tú también sabes quien soy ¿verdad?
— Sígame.

Ambos entraron al palacio y pasaron al gran salón del trono. La poderosa armadura de Hades se encontraba allí refulgente de un brillo purpureo, Eleazar se acercó a ella sintiendo su poder aumentar rápidamente.

— Al fin, después de tanto tiempo... después de este largo recorrido que me permitió conocer a mis fieles caballeros... al fin puedo tomar posesión de mi armadura.

Eleazar hizo explotar su cosmos y la armadura del dios brilló intensamente dividiéndose en sus partes para acoplarse en el cuerpo del joven pieza por pieza.

— Sí, ahora puedo usar todo mi poder que estaba restringido, solo usar esta armadura me permitiría tener acceso al poder de Hades. Finalmente me he convertido en el nuevo cuerpo del dios del Inframundo para luchar en esta Guerra Santa.

Jeshab estaba detrás de él arrodillado observando la reacción de la armadura, era en verdad este el recipiente de Hades.

— Mi Señor Hades... Pandora y yo le esperabamos ansiosamente. Guardamos en secreto su ausencia y la armadura por si misma se encargó de resguardar el Inframundo en espera de su llegada.
— Entiendo. Ni siquiera yo mismo sabía que era Hades, pero mientras caía por las escaleras hacia el Inframundo se apareció esta armadura resplandeciente como una fabulosa visión y solo entonces lo supe, aunque era algo muy dificíl de creer aun para mí... por cierto...
—¿Què sucede?
—¿Cómo supo Sekiam?... cómo es que... después de todo mi encuentro con ella gatilló todo este viaje... es decir...
—¿Sekiam? Ella no tiene nada que ver con esto. Le aseguro que ningún caballero estaba enterado de su llegada. Probablemente ha sido simple casualidad pues siempre salía del Inframundo buscando aspirantes... aun Pandora y yo dudamos que el nuevo novato fuese nuestro Hades y es por eso que no intervinimos.
— Pero, entonces...
— Señor Hades, es preciso que partamos ahora mismo.
— Sí...—dijo algo dudoso aun pensando en lo anterior—. Es cierto, vamos —asintió luego con seguridad.

Eleazar Hades y Jeshab el Juez de Wyvern abandonaron Guidecca rápidamente para enfrentarse a los intrusos que se atrevieron a invadir el Inframundo.

Un nuevo Hades había resurgido para iniciar la batalla por la Tierra. Pronto otros guerreros se le unirán para completar su ejército, uno nuevo de renovadas almas.

Nuevos novatos intentarán cruzar las 8 prisiones para conseguir alguna de las preciadas armaduras púrpuras... Pero solo aquellos cuyo destino sea el infierno podrán obtenerlas.


Continuará...


Dedicado a mis amigos gaianos(Gaiaonline) del guild CDZ, caballeros del Inframundo: K Sylar, Kainex Moonstone, Blackbird, Goku (Kogu), Onikuro kurokase (Seth), Marixose, Morgan y Jeshab

Agradecimientos

Les agradesco a todos los que leyeron mi fic en el foro de FULL ANIME TEAM, en especial a quienes comentaron: GORE, SHAKA, KRUNCH, WAKKO, RAYKOU que me inspiraron a continuar y terminar mi fic.

Muchas gracias

EL NOVATO - Bajo Invasión [4]

Eleazar abrió los ojos lentamente momentos después de su arduo paso por la tercera prisión, un olor pestilente muy desagradable lo ha despertado. Lo primero que ve es un agua muy turbia justo frente a su cara, se encontraba tendido en una balsa de madera que se desplazaba suavemente por la laguna.

Aun adolorido se giró para observar donde estaba y encontró un ramo de flores junto a él, supo de inmediato de quien eran, se sentó incorporándose en la balsa y observó a la mujer que remaba.

— Tú… eres… estabas en el campo de flores.
— Así es —le contestó ella y siguió remando sin mirarlo.
— ¿Puedo saber tu nombre?—le preguntó dudoso si le respondería.
— Marixose… pero todos aquí me llaman Pandora.
— Muchas gracias por tu ayuda, Pandora.

Ella continuó sin mirarlo mientras avanzan por la cuarta prisión en dirección a la siguiente. Ahora Eleazar comprendía mejor su llegada al Inframundo, estuvo dudoso todo el tiempo desde que pasó con vida a este lugar luego de lanzarse por las escaleras. Esa armadura que apareció mientras caía protegiendolo solo podía ser señal que le pertenecía y aquello implicaba entregarse por completo a esta causa.

— Tú sabes ¿verdad? —dijo pensativo.
— Sí, yo lo sé… debe apresurarse por su armadura.
— Lo dices por… alguien ha entrado al Inframundo.
— Pronto llegaremos al otro lado.

Eleazar se levantó y se sacudió un poco, hasta ahora había avanzado un largo trecho y no estaba seguro si podría continuar al mismo ritmo, la experiencia de la última prisión le había dejado más de un rasguño.

— Ese Sylar me engañó… "camino corto"… —gruñó entre dientes algo enfadado.
— ¿Cree que le cargué hasta la balsa? Sylar me ayudó… y sí, era el camino más corto, cualquier otro le habría hecho dar vueltas en círculos —le reveló Pandora.
— Vaya… entonces es un buen tipo —le sonrió—. Todos son tan…
— Llegamos —le indicó ella.

Ya en la orilla Pandora tomó su ramo de flores bajándose de la balsa con ayuda del novato para que no ensuciara su vestido con el agua pestilente. Aun así la joven no tenía mayor expresión en su rostro, era totalmente impasible ante cualquier acontecimiento.

— Apresúrese Eleazar—le dijo—. Le necesitamos listo lo más pronto posible.
— Pronto estaré en Giudecca, no te preocupes—dijo amable y seguro.

Así el joven novato llegó a la quinta prisión donde estaban las tumbas abiertas, unas junto a otras con cuerpos saliendo de ellas gimiendo como una melodía susurrada. Corrió raudamente hasta que sintió un ataque inesperado.

— ¿Qué es esto?—se tocó la cara y notó un pequeño rasguño.

Se detuvo en el acto y miró con desconfianza los alrededores, pero el enemigo se ocultaba muy bien y no pudo detectar desde donde vino aquello.

— Vamos, sal de allí… me enfrentaré a ti si así lo deseas—dijo seriamente, pero nadie contestó y continuó esta vez más atento.

Oculto un guerrero de púrpura armadura se lamía sus dedos afilados como garras. Este no tardó en embestir con un nuevo ataque veloz que hizo retroceder a Eleazar, esta vez rasguñó su pecho y la herida habría sido mayor si el novato no se hubiese percatado.

— Eres muy veloz… si tan solo tuviera mi armadura podría… —otro ataque a su rostro interrumpió sus palabras y oyó una risa que evidenció dónde estaba.

El novato se giró y sus ojos se clavaron en el sapuri que estaba sentado en una de las tumbas.

— ¿No te gusta jugar? Je je je… —se levantó acercándose—. Miren lo que tenemos aquí, un novato, hace tiempo no veía uno. Que gran placer…
— Vaya manera de tratar a los nuevos —le sonrió Eleazar—. Si supieras quien soy tendrías más respeto.
— Perdón… — dijo burlonamente el Sapuri—¿Con quién tengo el gusto de hablar?
— Ya lo sabrás a su tiempo —respondió con seguridad el aspirante.
—Tu tiempo se acaba ahora, el juego terminó, chico listo —preparó el ataque levantando su mano—. Seth, el Sapuri Capricornio, te arrancará las entrañas rápidamente, pues no esta de humor para novatos…

De pronto su rostro entusiasta y ávido de sangre cambió drásticamente, su movimiento contra el novato se detuvo en el acto, su preocupación era evidente. Miró en dirección a la entrada del Inframundo ignorando a Eleazar, algo sucedía en ese lugar.

— No puede ser… esos… esos —titubeó muy enfadado.
— ¿Qué sucede Seth?, creí que acabarías conmigo ahora, vamos te estoy esperando—dijo sabiendo qué le preocupaba al Caballero de Hades.
— ¡Cállate!, no tengo tiempo para ti novato, esto es grave.
— Si quieres pelear sabrás de lo que soy capaz, pero creo que lo mejor es que acudas a su llamado.

Seth miró muy tenso a Eleazar, por un lado no podía dejar pasar a un novato así como así y por otro tenía una obligación mayor que atender. Luego dio una mirada hacia la entrada del Inframundo.

— Sekiam, ella es muy fuerte… logrará detenerlos… sí…—parecía querer convencerse de ello.
— Yo diría que mejor lo dejes pasar…—interrumpió Pandora con su ramo de flores en las manos—. Acude al llamado de la Sapuri ahora mismo.
— Señorita Pandora... —se arrodilló inmediatamente Seth frente a ella.
— Ve pronto, Sylar ya debe estar allí.
— Sí, señorita Pandora —dijo el Sapuri de Capricornio sumisamente y se retiró del lugar a toda velocidad.

Pandora se dirigió a Eleazar y le aseguró que no habría más caballeros en su camino a lo cual el novato asintió apresurándose a la siguiente prisión, la sexta.

La sexta prisión estaba dividida en 3 valles: la laguna de sangre hirviente, el bosque y el desierto respectivamente. Eleazar recorrió la laguna evitando el peligro y pronto se encontró en el bosque. Entró confiado en que no hallaría más Caballeros de Hades según lo que le dijo Pandora.

— Solo debo cruzar esta prisión, la séptima y la octava… es un trecho largo aun, pero…

Sus palabras se vieron interrumpidas por la presencia de almas que aparecían y desaparecían a su alrededor, aquel bosque era bastante tétrico y frondoso. Eleazar empezó a avanzar más despacio al darse cuenta que estaba perdido.

— ¡Rayos! Este bosque no tiene fin… parece como si diera vueltas por el mismo sitio.

Sin importar en que dirección mirara no había seña alguna del norte o el sur, todo se veía igual de monótono. Entonces una de aquellas almas llamó su atención, era un alma con razgos femeninos que se ocultaba tras un árbol mirándolo directamente a diferencia de los otros cuerpos que vagaban de un lado a otro.

— Oye… tú… —intentó acercarse el novato, pero ella retrocedió y desapareció.

Más allá, detrás de otro árbol, volvió a aparecer la misma figura. Su cuerpo era azulado pálido, estaba desnudo, no tenía rostro y su cabello hasta el hombro era de un azul oscuro.

—¿Acaso quieres que te siga?—preguntó Eleazar acercándose una vez más, pero ella desapareció entre la suave neblina para hacerse visible unos metros más adelante.

El joven novato la siguió mientras pensaba que, por alguna extraña razón, ella le parecía familiar. En verdad no había conocido a muchas mujeres y las que se hubiesen cruzado en su vida no eran importantes pues para él solo había una.

La joven alma lo condujo de esta manera rápidamente fuera del bosque que terminaba abruptamente para dar paso a un gran desierto.

— Muchas gracias —le sonrió él— ¿Pero por qué me ayudaste?

El alma le dio la espalda y puso sus manos sobre su rostro como si llorara mas no tenía lágrimas, con esto Eleazar quedó desconcertado, era posible que ella no pudiese hablar pero su comportamiento era muy extraño para el novato.

— ¿Qué sucede?—quiso acercarse a ella para comprender la situación, pero de pronto un haz de luz púrpura pasó por su lado velozmente— ¿Un espectro? —se extrañó Eleazar.

Otro haz de luz se acercaba desde el desierto, pero se detuvo justo frente a él sorprendiéndolo. Era uno de los Jueces del Inframundo vestido con su armadura que observó al novato detenidamente con mucha curiosidad.

—Eres muy joven, muchacho —dijo el Juez con su mano apoyando su barbilla aparentemente asombrado.

El anterior rayo púrpura se devolvió al ver que su compañero se había detenido y lo reprendió por esto. Se trataba del Juez de Garuda, un tipo alto y muy agraciado que se puso justo al costado del otro Juez con los brazos cruzados.

— Vamos, no te distraigas por el camino, tenemos asuntos urgentes —le riñó al otro el recién llegado.
— Mira, este es el muchacho —dijo el primero ignorando la reprimenda.

Aprovechando la intromisión de ambos Jueces la chica que estaba siendo interrogada retomó su camino hacia el interior del bosque.

— Espera, no te vayas… —le dijo Eleazar al darse cuenta del escape y la tomó del brazo—. No te vayas todavía.

EL NOVATO - Atacado brutalmente [3]

El nuevo aspirante del Inframundo miró la fantástica arquitectura de la segunda prisión y se apresuró a entrar. En lo alto de la escalinata observó a un joven sentado con una pequeña botella en su mano, rubio de cabello corto y mirada perdida vestido con la sapuri de un dorado.

— ¡Rayos!... otro Caballero de Hades… y ahora…

El joven de espléndida armadura púrpura ignoró a Eleazar mientras este subía hacia la prisión, pero al pasar por su lado le llamó la atención.

— ¿A dónde crees que vas?, novato —le dio un trago a su botella y continuó sentado en la escalinata.
— Soy Eleazar… he venido por mi armadura, ya he pasado la prueba de Sekiam y Blackbird ¿Acaso tienes alguna prueba para dejarme pasar?
— Eres un idiota... —le dijo y tomó un sorbo de su botella—. Yo no pierdo el tiempo con pruebas ridículas.
— Entonces pasaré…

En ese instante Eleazar vio al Caballero justo frente a él y sintió un fuerte golpe que lo tiró por las escaleras estrepitosamente.

— Novato, me haces perder el tiempo —dijo el sapuri tomando asiento en la escalinata.

Eleazar paralizado por el fuerte golpe trató de incorporarse y tambaleante subió la escalinata nuevamente, no dejaría que esto le impidiera seguir su camino.

— Te crees muy valiente ¿verdad? —lo miró el caballero subir.
— ¿Cómo te llamas?—le preguntó Eleazar con su boca sangrando y muy serio.
— ¿Para que quieres saberlo? —bebió de su botella y nuevamente apareció frente al joven—. Kogu, Sapuri Aries… ¿Acaso piensas acusarme con el Señor Hades? Pobre novato, de esta prisión no pasarás.

Tomó de su botella, pero esta se encontraba vacía y la tiró estrellándola en una roca distante junto con otras. Luego hizo un silbido llamando al guardián de la segunda prisión. Una gran bestia de 3 cabezas apareció dando un gran rugido, se trataba de Cerberos, también llamado Cancerbero.

— Cerberos, acaba con este imbécil mientras voy por otra botella a Giudecca.

Y la bestia obedeciendo a Kogu se lanzó contra el joven novato en ese mismo instante mientras al sapuri se retiraba del lugar rápidamente.

— Kogu, no olvidaré esto —dijo Eleazar mientras limpiaba su boca y esquivaba las fauces de Cerberos.

La bestia lanzó un zarpazo al aspirante que este no logró evadir siendo lanzado contra pilares caídos dentro de la prisión. Cerberos abrió su boca para devorarlo, pero Eleazar reaccionó a tiempo y lo golpeó duramente en una de sus cabezas.

— Bestia, no puedo matarte aunque quisiera…

Eleazar reunió todo su cosmos cubriéndose como un escudo y haciendo brillar su puño intensamente lanzó un golpe a la otra cabeza de Cerberos. Sin embargo la criatura usó su tercera cabeza para embestirlo y después lanzarle un zarpazo que dejó muy mal herido al joven novato.

— Sin la protección de mi cosmos estaría hecho pedazos… —susurró mientras se incorporaba.

Nuevamente envió un certero golpe a la tercera cabeza haciendo caer finalmente a la bestia que quedó aturdida. La rapidez de la criatura lo había sorprendido pero no era rival para él, podría haber continuado hasta matarla pero esa no era su intención.

— Eres el guardián de esta prisión y por ello debes vivir para continuar protegiéndola—dicho esto se retiró saliendo de la segunda prisión.

Tiempo después, adolorido y cansado Eleazar se sintió perdido sin saber hacia donde debía seguir. Aun así no se detuvo, deambulando un rato se encontró en un lugar muy extraño del Inframundo.

— ¿Flores? Había oído hablar de esto, pero nunca imaginé que sería tan extraordinario—dijo mientras caminaba maravillado.

Entonces logró ver una figura femenina que al parecer estaba recogiendo algunas flores. Era una mujer joven vestida de un elegante traje púrpura oscuro con cabello largo y negro, no parecía un espectro ni un muerto más del lugar por lo que el novato se acercó para averiguar de quien se trataba.

— Disculpa, ¿podrías ayudarme?—le preguntó a cierta distancia de ella para no asustarla.

Ella se levantó con algunas flores lilas en sus manos y lo observó con gran asombro, sin duda no esperaba encontrarse con él en ese lugar.

— ¿Cómo ha llegado hasta aquí?
— Disculpa, creo que me he perdido y…

Ella le indicó con su mano una dirección y volvió a agacharse para seguir recogiendo flores como si el asunto no fuese de su incumbencia.

— Hacia allá esta la tercera prisión si su deseo es recorrer el Inframundo.
— Eh… gracias —le hizo una leve reverencia y continuó su camino extrañado por la actitud de la chica.

Llegó hasta la tercera prisión gracias a las indicaciones de la mujer en el campo de flores, un lugar lleno de piedras y muertos deambulando de un lugar a otro empujando rocas. Mas su paso era lento debido a los golpes recientemente recibidos y se quejaba murmurando entre dientes sobre el trato en este lugar.

— Esto no habría pasado si tuviese mi armadura… son muy rudos por aquí… será mejor que…

Pasó entre los muertos que empujan rocas eternamente, hasta que vio a un hombre sentado en una roca leyendo un libro. Eleazar se escondió rápidamente disminuyendo su cosmos para no ser percibido por el momento.

— Un Caballero de Hades… lo mejor es que me mueva con cautela… —se apoyó en una roca y luego al mirar nuevamente donde estaba el caballero este habia desaparecido—. Pero… cómo…
— ¿Qué haces aquí? —apareció el Sapuri justo detrás de él.
— Yo… vengo… —le resultaba tedioso repetir siempre lo mismo.
— Oh, claro, un novato —le sonrió— ¿Cómo te llamas?
— Eleazar es mi nombre.
— Bueno Eleazar, el mío es Sylar, Sapuri Cáncer —hizo una leve reverencia—. Y si deseas pasar esta prisión debes ir por este camino… es más corto —dicho esto se apoyó en una roca cercana para continuar leyendo su libro.
— Gracias, Sylar —dijo algo extrañado y siguió el camino que le habían indicado.

Pero el camino resultó ser una trampa mortal, era un camino angosto rodeado de muros rocosos y al adentrarse en el lugar los muertos comenzaron a lanzar sus rocas contra Eleazar desde la cima de los muros.

— ¿Qué es esto? Otra prueba…—dijo el novato con los dientes apretados tratando de esquivar las enormes piedras.

Esquivaba una y rompía otra tratando de avanzar, pero eran demasiadas y un espacio muy pequeño para maniobrar. Lo golperon duramente con las rocas, por momentos lo cubrían completamente y salía de allí haciendo explotar su cosmos gastando desmedidamente todas sus fuerzas por el largo trayecto.

— Esto es demasiado… una prueba tras otra —dijo el novato con ira destruyendo todo a su paso.

Más y más rocas le caían encima aunque no retrocedió ni una sola vez, Eleazar luchó incansablemente por continuar hasta que pasó finalmente el estrecho camino llegando a un lugar más llano alejado de aquella prisión.

— Eso… eso fue arduo en verdad —dijo agitado y casi sin aliento—. Queda… queda un largo camino —y se desplomó por el agotamiento quedando tirado en la salida de la tercera prisión.

EL NOVATO - Juzgado por el tribunal [2]

Al poco tiempo llegaron hasta la orilla y Eleazar bajó ágilmente de la barca entusiasmado por continuar, aunque no podía imaginar qué se encontraría en su camino. Esto de realizar pruebas le parecía muy interesante aunque fuera algo realmente extraño, siendo un joven entrenado no pensaba que sería tan complicado obtener su armadura en este sitio.

— Espero nos volvamos a encontrar Sekiam —le hizo una reverencia—. Muchas gracias por todo.
— Te deseo la mejor de las suertes querido Eleazar… la necesitarás.

La joven regresó por el río hacia su puesto en la entrada mientras que Eleazar caminó hasta encontrar el Gran Tribunal, la primera prisión del Inframundo.

— ¿Un tribunal? Es aquí donde las almas son juzgadas, ya veo.

Entró sigilosamente por la puerta esperando encontrarse con algún espectro protector del lugar, pero en el gran salón solo había una armadura vacía, Balrog Estrella Celeste del Talento, frente al estrado.

— Una armadura vacía, que curioso, al parecer cruzaré sin problemas.

Eleazar se acercó para cruzar en dirección a la salida y entonces la armadura se activó rodeándose de un cosmos púrpura deteniendo el paso del aspirante.

—¿Qué es esto? No puedo moverme —el joven estaba paralizado por el cosmos que inundaba el lugar— ¿Acaso estoy siendo juzgado en estos momentos? ¿Cuáles son mis pecados? Yo no… no lo sé.

La armadura brilló intensamente y cubrió todo el salón cegando al aspirante. Al abrir los ojos Eleazar vio una escena de su infancia, se encontraba en un parque de juegos totalmente vacío, el sol se ocultaba lentamente dándole tonalidades rojizas al cielo, un grupo de niños rodeaba a un muchacho más pequeño que ellos.

—Lo recuerdo, aquel chico debilucho soy yo, tenía creo que 9 años —recordó Eleazar observando la escena.

« —Vamos Eleazar, tu entrenas para ser caballero, ¡pelea!—le gritó un chico bravucón y más alto que él.
— Mi maestro dice…
— Eres una niñita… ja, ja, ja...—se burla el chico y los que lo acompañaban.
— No debo pelear —el joven intentó retirarse, pero dos chicos lo tomaron de los brazos y no lo dejaron irse.
— Mira… —el chico bravucón lo golpeó en la cara—.Yo no necesito entrenar y soy más fuerte que tú, ja, ja, ja —se burlaba volviendo a golpear a Eleazar.
— ¡Déjame!, ¡déjenme!
— ¡Eres un tonto!—el chico siguió lastimando duramente al joven aprendiz hasta hacerlo sangrar—. Todo ese entrenamiento es inútil, eres un cobarde debilucho —continuó sin dejar de golpearlo.

Entonces Eleazar encendió su cosmos ante tal abuso, no permitiría que aquello continuase sin consecuencias y se soltó de los niños que lo atrapaban, dejando libre sus manos para darle un puñetazo en la cara al niño que lo maltrataba. Fue tan fuerte el golpe que le rompió el rostro y le fracturó el cuello, por lo que el chico murió con un solo golpe. Todos los niños salieron huyendo».

— Se lo merecía, no esperes que me arrepienta de ello —dijo Eleazar luego de ver la escena.

Todo se transformó nuevamente frente a los ojos del joven, esta vez es un lugar desértico, había muros de rocas por donde se mirase, era temprano por la mañana y el calor era insoportable.

«— Maestro, ¿qué debo hacer ahora para ser más fuerte?».

— Recuerdo esto también… sí, lo disfruté, tenía como 13 años.

«— ¿Qué pregunta idiota es esa? ¡Para ser más fuerte debes entrenar más duro!. Hoy harás el doble de todas las tareas. Ahora, ¡vete a entrenar!—le gritó el hombre echando en la sombra de una roca.
— Estoy cansado de eso. Maestro, quiero ser más fuerte —dijo él con seriedad sin moverse de su sitio.
— ¡Dije a entrenar!
— No...—estaba el joven decidido—. Hoy será un entrenamiento diferente...—esbozó una leve sonrisa.
— Te crees muy listo pequeño, hace tiempo no te doy un correctivo por esa actitud tuya —el tipo se levantó de la sombra despacio—. Aprenderás a respetar a tu maestro».

— Jah, no me ganarás imbécil—rió Eleazar observando la escena sabiendo el resultado de aquel encuentro.

«— Pues ya no te considero mi maestro, buscaré otro mejor—se puso en posición de ataque.
— No eres más que un chiquillo hablador, siempre lo has sido. Haré que no tengas ganas de volver a retarme—el maestro se lanzó con un golpe a la cara directo.
— Te has vuelto lento —lo esquivó fácilmente y le pegó en el estómago.
— ¡Cómo es posible!—el maestro se encontraba totalmente asombrado.
— ¡Practico duro después que acaba tu patético entrenamiento!—lo golpeó esta vez en la mandíbula de abajo hacia arriba destrozándosela con su puño desnudo. Y mientras el cuerpo caía a sus pies volvió a rematar el desfigurado rostro rompiéndole el cráneo».

— Me gusta romper cabezas… y eso que tiene de malo.

Nuevamente todo cambió, otra escena del pasado estaba frente al aspirante, es el mismo parque de juegos del primer recuerdo, pero todo esta destruido por el desuso y los vándalos que frecuentaban el lugar. La noche era silenciosa y el parque vacío solo tenía una luz parpadeante cerca de una banca de concreto donde dos jóvenes estaban sentados.

« — Que dulce eres, Eleazar —dijo una chica sosteniendo en sus manos una violeta— ¿Cómo supiste que es mi flor favorita?
— Pues... —la miró sonrojado—. Es mi favorita también.
— Es una lástima sabes —dijo ella cabizbaja.
— ¿De qué hablas?
— Pronto acabaré mi entrenamiento aquí y… »

—  ¡Y eso que tiene que ver!, estúpido recuerdo —se enfadó Eleazar algo avergonzado.

«  — Sí, es una pena —agachó la cabeza también el joven.
— Eleazar, ¿en qué caballero te convertirás?
— Pues, aun no lo sé.
— ¿Podrías prometerme algo?—con una sonrisa en su amable rostro le cogió del brazo al joven aprendiz y le tomó la mano.
— Claro… claro, dime.
— Prométeme que serás un caballero que luche por el bien, por la justicia—lo miró dulcemente a los ojos.
— Lo prometo, te lo prometo Rebecca...»

— Pues, no cumplí con eso, pertenecer al Inframundo no se diría que es luchar por el bien... pero Rebecca no se enterará. Más tarde supe que había muerto durante su entrenamiento en aquel lugar. Así que no hay razón para continuar manteniendo esa estúpida promesa.

La escena empezó a desvanecerse.

— ¡Espera!, déjame verla un poco más.

Pero todo volvió a la normalidad. En medio del gran salón la armadura de Barlog perdió su brillo, el aspirante estaba exactamente en el mismo lugar solo que ahora ya podía moverse.

— ¿Ya acabó el juicio? Vaya, eso fue… extraño.

Eleazar olvidó rápidamente lo sucedido, aquello no era más que su antigua vida, recuerdos sin importancia de ahora en más, por lo que continuó atravesando la primera prisión. Ahora se encontraba en el Valle del huracán oscuro donde los vientos azotan cruelmente e impiden el paso.

— Esto no será problema para mí —estaba entusiasmado.
— Eso es lo que tú crees —se escuchó una voz, pero Eleazar no logró ubicar de donde provenía ese cosmos en medio de las ráfagas.

Los vientos arreciaban y el joven aspirante continuó caminando a pesar de ello con una visión limitada del lugar. Entonces una poderosa ventisca lo azotó con fuerza y lo hizo retroceder varios metros.

— No puede ser, ya había avanzado bastante, de pronto el viento se ha vuelto más fuerte… el Inframundo se siente algo distinto… creo que solo lo imagino… en fin.

Eleazar siguió, pero su presentimiento no estaba del todo equivocado. Algo cambió pues Hades ha desplegado el escudo de protección dentro del Inframundo reforzando la seguridad.

— Esto se ha complicado. Es demasiado fuerte… pero creo ver la salida mas allá… si quizá…
— Los vientos han aumentado debido al escudo de Hades —se oyó la misma voz de antes.
— ¿Quién eres tú? ¿por qué te ocultas? Muéstrate caballero —exigió Eleazar mientras seguía por el valle.

Nadie contestó y el joven se rodeó de su cosmos para avanzar contra el fuerte viento y una repentina lluvia cayó en el lugar dificultando más su avance.

— Pronto llegaré, solo un poco…

Casi al final del camino encontró rastros de seda en el suelo y las rocas cercanas, mientras más se adentraba en esa zona más parecía una especie de nido.

— ¿Que es esto? ¿seda?

Entonces sintió un movimiento detrás de él, pero al girar no vio a nadie. De pronto aparecieron de entre las rocas unas orugas que le lanzaron seda envolviéndolo casi por completo.

— No le cubran el rostro, mis pequeñas —dijo el espectro, era la voz que Eleazar había escuchado antes.
— ¿Tú quien eres? Libérame ahora mismo.
— Ja, ja, ja… por qué no lo intentas por tus medios, novato —seguía sin ser visto por el aspirante.

Eleazar se dio vuelta con dificultad enredado en seda para ver a su oponente y observó acercarse a joven vestido de púrpura con una larga cabellera gris y ojos clarísimos, sus alas como de mariposa eran muy hermosas.

— Yo soy Blackbird Espectro de Papillon y… a menos que tu mismo te quites esa seda no podrás continuar.

Entonces Eleazar hizo un esfuerzo encendiendo su cosmos forzando la seda para liberarse mientras Blackbird le daba la espalda avanzando unos metros.

— Te quedarás allí un buen rato… je je je.
— Es una prueba, a los espectros de Hades les agrada probar a quienes entran a su territorio… será un camino largo —le dijo Eleazar.

Luego de estas palabras el joven novato rasgó la seda y logró liberarse de ella con su cosmos encendido púrpura y destelleante listo para pelear contra el Espectro. Blackbird levantó su mano en ese momento como si fuera una espada y se dio vuelta cubriéndose también de un aura espectral.

— Vaya, Sekiam no ha perdido su toque… ella siempre sabe a quien deja pasar y a quien no.

Eleazar tomó posición de pelea y esperó el ataque inminente de Papillon, pero este bajó su mano y apagó su cosmos para sorpresa del aspirante quien dudó de la actitud del Espectro.

— Muchas pruebas te aguardan… me pregunto ¿qué tan lejos podrás llegar?—le sonrió satisfecho.
— Entonces ¿me dejas pasar?—no creía en el súbito cambio de Blackbird.

Papillon le hizo una señal indicándole el camino y haciendo una leve reverencia se retiró del lugar junto a sus orugas dejando a aspirante algo temeroso de seguir avanzando por si se trataba esto de una trampa. Los vientos en aquella zona eran más leves y ya se podía ver la siguiente prisión, al parecer Eleazar había pasado la prueba y con mayor confianza siguió su camino.

septiembre 04, 2009

Elías 9.6

Solo existe una forma para resolverlo todo. Simplemente una cosa puede pegar los pedazos de mi vida y darme una esperanza para el futuro. Pero es algo inalcanzable en estos momentos. Es algo que he buscado hace tiempo fracasando una y otra vez por cada intento ¿Podré lograrlo esta vez?

No sé que hacer, con este sueño y tú, deseo que se haga realidad. De pronto me siento muy enamorado, pero cuando se aleja de mí todo se vuelve oscuro y frío otra vez. No puedo obligarla a que este siempre junto a mí. Yo sé que me quiere, algo, pero llegará un momento en que ella encuentre un amor más cerca y se olvidará de mí.

No creo que podamos mantener esto por mucho tiempo. Desearía poder estar seguro de nuestro amor y disfrutarlo más, pero no puedo dejar mis miedos, no quiero perderla, no quiero dejar de verla.

Brillas tan hermosa, pero en ocasiones como ésta te apagas ya que te alejas, te pierdo de vista y temo que cuando regreses ya no brilles tan intensamente. Pues tu brillo, mi amada, es equivalente a tu amor. Mi miedo más grande es que un día se apague.

Esta fortaleza de lágrimas la construí de mis miedos para ti, esta fortaleza no caerá, la construí fuerte para ti.

Esta fortaleza nos protegerá, protegerá nuestro amor, pero es posible también que nos ahogue, por eso simplemente, aguanta tu respiración cuando te hundas.

Yo me encuentro dentro de esta fortaleza, manteniéndola con mis lágrimas, con mis miedos, esperando que no nos ahoguemos en ella.

Nadie puede salvarnos ahora, solo aguanta tu respiración y húndete en este amor.

– ¿No es esa una canción? –irrumpe Elizar.
– Te burlas de mí, pero las canciones dicen aquello que no soy capaz de articular con mi mente- Simplemente aprovecho las letras para reconocer mis propios sentimientos, para hacerlos tangibles y poder escribirlos.
– Solo digo que tanta miel también puede afiebrarte...

Elías 9.4

– Todo ese ruido te mantiene en la realidad –esa suave voz, es el mar.
– ¿Y ti qué? Me abandonaste y ahora regresas como si nada ¿Crees que me lograrás convencer en el estado que me encuentro?
– No he dejado de hablarte, simplemente has dejado de escucharme –dijo la voz.
– Y ahora todo es mi culpa...–suspiro– . Gracias, ya me siento mejor.
– No dije eso…

Mi lamentar no me dejaba admirar el momento de su regreso, mi angustia no daba cabida a otro sentimiento que no fuese pesar.

– Pues, ¿a qué has venido?
– Muéstrales a todos esto.
– ¿Mostrarlo? Eso es ridículo. Me da miedo Elizar. ¿Qué pensarán de mí cuando lo lean? Me verán desnudo y frágil.
– Libérate pequeño Elías. Libérate de las ataduras que tu mismo creaste para estar a salvo… a salvo de los demás ¿recuerdas?
– Haré un intento, Elizar. Tú sabes cuánto duele y cómo quema cada intento fallido, no comprendo por qué me empujas a esto.

No puedo verte Elizar, no sé donde estas. Todo es oscuridad frente a mis ojos, solo puedo ver a mi amada estrella. ¿La ves? Tan hermosa ella, tan cálida y tan dulce, en esta tormenta que me agobia de sobremanera ella tan… es una estrella Elizar, es mi estrella en el crepúsculo, su nombre es…

– No lo digas, nunca la nombres, porque cuando lo hagas ella se irá. Dejará de ser tu estrella y ya no iluminará tu vida –la voz de Elizar paralizó mis pensamientos evitando que la nombrase aun en mi mente.
– ¿En verdad eso pasará?
– El tiempo aun no ha llegado. Ella no tiene un nombre, tú le confundirás con personas que no dan la talla. Aun así no dejes de amar con fervor la única luz en estos tiempos de oscuridad –sentenció Elizar.

Elías 9.5

– Es tan bella, Elizar, no quiero perderla, yo la amo y me entristece tanto solo pensar que inevitablemente la perderé.
– Y aquí vamos otra vez...
– No juzgues cuánto repito las cosas, ni el hecho que en estos momentos solo pienso en ella. ¿No lo ves? Solo es señal que he enloquecido, no hay linealidad en mi pensamiento, no me pidas cordura ahora, incapaz estoy de poner filtro o freno a mis palabras.

Mira mis lágrimas, me parte el corazón esta pena, no quiero perderla. Y lo peor es que mi destino es estar solo, solo y sin amor. He encontrado el alma más hermosa en esta oscuridad, el alma más bella entre la escoria del mundo.

Y ella, tan dulce y cálida me llena de su amor. Por primera vez en esta miserable vida me siento amado, Elizar, pero eso llegará a su fin y moriré otra vez.

Entonces seré más miserable, como nunca lo he sido y lloraré amargamente sin fin. ¿Y qué haré sin su amor? ¿Quién abrigará mi corazón? ¿Quién me dirá te quiero? Nadie.

Pensar que la perderé me atormenta más que mi miserable vida sin salida. Y repetiré “miserable” una y otra vez. La amo tanto Elizar, anhelo tanto estar en sus brazos, sentir su calor y besar sus labios. Pero está tan lejos de mí, no lo entiendo ¿cómo es que puedo amarla tanto?

– Es por tu corazón ansioso de amor, que ha hallado el tesoro que tanto esperaba... Aunque sea solo una ilusión temporal, la sientes tan única tan irrepetible que no cabes en ti mismo... –dijo esa vez, pero no comprendí pues estaba cegado, envuelto en una miel que no deseaba dejar de beber.

Elías 9.3

Hundirme en la amargura más profunda y caer sobre mis rodillas para luego desfallecer mientras todos me gritan.

No los oigo, no hay más que oír, todo se ha acabado y es inútil. No comprenden. Mi cuerpo no me responde, ya no soy dueño de él. Me muero por dentro, ya no tengo fuerzas y me veo en este crepúsculo sin poder salir.

Y tu amor tan bello brilla en la oscuridad mía, como la más hermosa estrella. Frente a mí el anochecer y sobre mí los pedazos de mi vida que aun sostengo, los cuales anhelo dejar caer. Pero tú me iluminas y me cubres con tu calidez. Y lloro, mi amor, por alcanzarte y vivir junto a ti, poder abrazarte y decirte que…

– Un día la alcanzarás... Tal vez... –se oye una voz tranquila como una onda en el mar.

Intentas animarme en vano. Nada puedo hacer con estos pedazos, son solo una miserable carga. Que hastío, ya no lo quiero, los dejaré caer y podré descansar bajo los escombros de mi vida.

– No es pesado, simplemente tu cuerpo esta cansado –otra vez la dulce voz del mar.

Escucho esa voz y tengo la sensación de haberla oído hace mucho tiempo, pero en este crepúsculo no puedo ver nada.

¡No me griten!. ¿Quiénes son ustedes? ¿Quiénes son para mí? Dicen preocuparse, pero de qué me sirve, no pueden ayudarme. Estoy solo, como siempre lo he estado, bajo la más terrible tormenta me encuentro, pero de tormentas se ha hecho mi vida y… ¿en cuál de ellas han estado ustedes que ahora me gritan?

No quiero oírlos, les estimo y no desprecio su preocupación, les agradezco también, pero ya es suficiente. Con su palabrería no pueden ayudarme. Estoy solo en la tormenta.

Elías 9.2

Y lo anhelo, deseo llenarlo de ti, mi vida, pero no, para qué más ilusión y aun así eres la luz en este crepúsculo eterno de mi vida. Brillas, amo tu brillo en este momento tenue a negro, sin sabor.

Tan dulce tú entre mis brazos de ensueño, tan dulces tus besos cuando te sueño. Y nada, nada es real porque muy lejos estás, jamás te alcanzaré, porque tú mereces algo mejor que yo.

Eres simplemente una ilusión para llenar temporalmente mi corazón y que la inmensa tristeza que siento, más la fría oscuridad, no me invadan por completo.

En crepúsculo estoy ahora, lo miro y quedo absorto frente a él, no me muevo. Agotado estoy, no hay razón, no hay más razón, pues todo se ha acabado, es el fin, pero sigo aquí, no lo entiendo.

Así me siento ahora en este anochecer. Sobre mí, mi vida entera, sobre mí todo se derrumba y trato, intento en vano sostener lo que queda. Pero nada, nada puedo hacer más que dejar caer los pedazos de mi vida y llenarme del vacío, del dolor.

Elías 9.1

Y vago, vago por el mundo con un destino incierto, mi vida se derrumba una vez más y vuelvo a ser nadie entre la multitud. Soy nadie una vez más y mi vida se pudre entre mis manos, solo hay dolor y angustia.

Nada, vuelvo a la nada, al comienzo otra vez y me estanco, una vez más sin salida, vago. Eterno tormento, infelicidad, desasosiego, me angustia, me abruma y veo la oscuridad sin poder rehuirla una vez más.

Agotado, cansado, ya no hay más, mi espíritu muere, se entristece de tal manera y sufre, lloro, lloro amargamente otra vez y me hundo hacia lo profundo donde no hay nada.

La soledad me aplasta, trato de aferrarme a ti, mi amor, a ti, pero es inútil, estas tan lejos, no soy tuyo, no eres mía, no nos pertenecemos y trato de aferrarme a ti siendo inútil cada uno de mis esfuerzos.

Te irás como todas se han ido y me dejarás vacío este triste corazón que no puede estar lleno jamás de amor.