mayo 25, 2009

CARTA DE HIELO Y FUEGO



Este es un mundo lleno de magia, donde todo puede ser realidad. Lo que se creía imposible puede dejar de serlo gracias al poder que todo lo concede.

En la región de Eagle había una gran guerra, las tribus esparcidas por la zona luchaban incansablemente por territorio. Las innumerables batallas acontecían desde hacia más de 50 años y parecía no tener fin.

Un joven no le daba importancia a esta guerra, pues sacaba buen provecho de ella. Construía las más sofisticadas máquinas bélicas que vendía a buen precio. Viajaba por la región Eagle estableciéndose temporalmente en el territorio de alguna tribu. Siendo muy habilidoso en la construcción de diversos tipos de artefactos Kedrick era muy conocido en la región por su talento.

Ganaba buen dinero, vivía bien con el fruto de su trabajo, pero había algo dentro de él que lo hacia sentir vacío, después de todo el hecho de viajar de un lado para otro resultaba ser muy solitario.

Un día, Kedrick, decidió tomar un descanso y se fue a caminar por un bosque cercano. Vagaba pensativo sin poner mucha atención a su alrededor, hasta que llegó a un claro en el bosque y se recostó a meditar quedándose dormido.

Una brisa fría lo despertó, pero el escenario había cambiado. Se encontraba en medio de un desierto congelado. No muy lejos de él había una joven que miraba el inmenso mar frente a ella.

Kedrick se levantó muy asombrado por todo lo que veía. No sabía qué hacer o qué decir, pero se acercó a la joven vestida de lila clarísimo. Estando a un paso de ella una ventisca le impidió avanzar y al abrir los ojos se encontraba nuevamente acostado en el claro del bosque.

El joven se quedó mirando el cielo sudando frío y algo agitado. Entonces vio pasar una semilla de cardo que le llaman comúnmente carta y la tomó con cuidado para no romperla.

- Una carta? En esta época? - al mirarla recuerda a la joven que vio y sonríe luego- Pues si es cierto lo que dicen… ve y dile que es bella.

Kedrick echa a volar la carta y ésta se eleva hasta perderse.

El joven fabricante regresa a su taller muy feliz por su visión y siente nuevamente el latido de su corazón.

Pasado un tiempo llegó hasta Kedrick el líder de la tribu donde se encontraba. Éste le pidió un nuevo artefacto para la guerra, pero Kedrick lo rechazó, tomó sus pertenencias y se marchó del lugar.

Algo había cambiado en el corazón del joven Kedrick que lo hizo ver su vida de otra manera. Así fue como decidió retirarse e instaló su carpa en el claro del bosque, en aquel lugar donde tuvo ese sueño…

En la región de Endworld había gran pobreza, todo escaseaba y la gente moría por falta de provisiones y abrigo pues era una zona sumamente fría. En esta región existía un pueblo que limitaba con un inmenso mar.

Allí vivía una joven que todas las tardes salía a caminar por el frío desierto gélido y se detenía a observar el atardecer.

Ella esperaba cada día encontrarse con alguien al hacer su paseo, pero nunca halló a nadie, quien podría caminar por allí con ese frío? Bethzalie siempre llegaba al mismo lugar y se detenía a mirar el mar.

Un día llegó hasta el sitio de siempre y mientras observaba pensativa sintió una presencia a sus espaldas. Ignorándolo por completo siguió en lo suyo hasta que una ráfaga fría pasó tras ella y se volteó a mirar.

No había nadie, estaba sola en medio del gélido desierto igual que siempre.

- Igual que siempre- entristeció la joven vestida de lila.

Cerró sus ojos y una lágrima cayó por su mejilla, se volteó y abrió los ojos para seguir mirando el mar, pero el escenario había cambiado… se encontraba en el claro de un bosque.

Cerca de ella había una carpa muy bien construida y allí vio a un joven hombre trabajando en un artefacto que ella desconocía por completo. Era un hombre robusto, moreno, de aspecto fuerte y rostro dulce, cabello negro ondulado y desordenado.

Bethzalie se quedó quieta observándolo esperando que él no la viera. Pero el joven notó su presencia y la miró. Ella muy sonrojada se cubrió la cara y se dio vuelta.

Una brisa fría le señaló que había regresado, estaba otra vez en el desierto frente al mar. Aun sonrojada sintió el calor en su corazón y éste volvió a latir intensamente. Entonces vio pasar una semilla carta y la tomó delicadamente.

- Una carta? En este desierto? - al mirarla recordó al joven que había visto y se emocionó mucho al oír un mensaje tan suave como un susurro.
- En verdad lo crees?- se sintió muy feliz- Sí, es cierto lo que dicen… ve y dile que lo espero.

Así comenzó Bethzalie a frecuentar aquel lugar esperando ver una semilla de carta pasar o tener la oportunidad de verlo una vez más.



La magia poderosa de aquello que todo lo concede les dio una oportunidad para conocerse. Sintiéndose el uno con el otro tan cerca aunque estaban tan lejos.

El claro del bosque era el lugar de su conexión y la semilla de carta el susurro entre ambos.

Pero un día la guerra en la región Eagle llegó al claro y Kedrick oyó gran estruendo de batalla. Empezaron a caer bombas cerca de allí y se podía oler el humo de incendios por el lugar. Gente enfrentándose apareció en el claro y máquinas lanzaban proyectiles.

- Como osan destruir mi santuario, no pueden estar aquí. Váyanse! - dice Kedrick con gran ira como un rugido.

Kedrick los ataca como una bestia destruyendo máquinas y golpeando a quien estuviera en su camino. Pero cada vez eran más y el joven ya no podía contenerlos en su forma humana. De pronto una multitud apareció dando grandes gritos por el sur y otra multitud por el norte chocando con feroz estruendo en medio del claro.

Esto hizo que la furia de Kedrick se elevara al máximo y dejó su forma humana para convertirse en un gran dragón alado. Y lanzó fuego a todos los que allí estaban haciendo huir a las multitudes. Pero el precio de esta irrupción fue la destrucción del claro que ahora se quemaba inexorablemente.

Kedrick viendo lo que había pasado se sintió muy triste y al mirar, cerca de lo que fue su carpa, vio que Bethzalie estaba allí, con sus ojos llenos de lágrimas se acercó al dragón extendiendo sus brazos.

El joven convertido en dragón puso su cabeza entre las manos de ella que lo miraba a los ojos. Kedrick no resistió tanta tristeza en su corazón y sin decir palabra alguna alzó el vuelo desapareciendo en el cielo.

Bethzalie vio como el amor de su vida se apartaba de ella y una semilla de carta paso por su lado. Al intentar tomarla, sin siquiera tocarla, la semilla se hizo pedazos, en ese mismo instante su corazón se rompió también y desapareció del lugar.

La joven Bethzalie observó el mar frente a ella como siempre lo hacía, pero esta vez su tristeza era tal que entró al agua y caminó hacia el fondo hasta sumergirse por completo. Luego salió del mar convertida en una figura de hielo, caminó de vuelta a la orilla como si estuviera hecha de cristal.

Bethzalie se quedó allí mirando el crepúsculo convertida en una estatua de hielo imposible de romper, imposible de derretir.



Pasó mucho tiempo hasta el día en que se volvieron a ver. Kedrick convertido en dragón llegó hasta la región de Endworld. Había volado toda la distancia de un extremo al otro del mundo solo para encontrar a su amor.

El viaje había sido muy largo y agotador, el joven dragón estaba cansado y sediento, pero no se detendría hasta lograr verla. Entonces mientras pasaba por el gran desierto congelado divisó una figura femenina mirando el mar. Pero no pudo acercarse más, sus fuerzas lo abandonaron y cayó estrepitosamente al suelo.

Bethzalie oyó el ruido y al ver el dragón supo que su amor había regresado junto a ella. Corrió feliz a su encuentro aun convertida en figura de hielo.

Ella se acercó y tomó la cabeza de la criatura poniéndola en su regazo, entonces el abrió los ojos y la miró. Kedrick dudo un poco al verla, estaba tan fría y a la vez lo abrazaba tan cálidamente.

El joven dragón tenía tanta sed que lamió la mano de hielo de Bethzalie y ésta fue el agua más deliciosa que hubiese probado. Con su gran lengua de dragón le lamió la cara y ella sonrió. Entonces Kedrick al probar el agua una vez más recuperó su forma humana y la abrazó dulcemente.

- Mi sed aun no se sacia, mi amada- y él besó sus fríos labios.

Y este beso de verdadero amor transformó a Bethzalie en humana de carne y hueso. El beso más dulce derritió el hielo en su corazón. El beso más dulce calmó la sed de su corazón.

Kedrick y Bethzalie fueron unidos por la magia de aquello que todo lo concede… la magia del amor.

mayo 18, 2009

De las parábolas: Todos somos ovejas

Todos somos ovejas siguiendo al pastor que va delante de nosotros. Un grupo de ovejas va por el camino de tierra, levantando el polvo mientras caminan, de tal manera que no se pueden ver bien unas a otras. Otro grupo va más atrás, ellas caminan más lento y no levantan polvo, pero miran al frente sin mirar al que va a su lado. Otro grupo son las llamadas ovejas negras al final del rebaño, sucede que el pastor ilumina el camino, pero ellas están tan atrás que la luz no llega, algunas son blancas y otras realmente son negras pero en la oscuridad todas se ven iguales.

Yo soy la oveja que camina al lado de las que levantan polvo, pero voy por el camino de piedras al costado del de tierra. Es difícil transitar por ahí, a veces las piedras son pequeñas y se hace más fácil, otras veces hay grandes rocas que debo saltar como pueda, muchas veces me caigo, pero no quiero quedar atrás y que me alcance la oscuridad. El pastor no es indiferente con sus ovejas siempre mira hacia atrás, Él puede ver hasta las ovejas que están al final del rebaño. Me consuela con su mirada. Solo espero alcanzarlo algún día y abandonar el camino para volar junto a Él.


A quien lo entienda.